Capítulo XXXIII – Yuffie Kisaragi

6 May 2009

Yuffie Kisaragi

Yuffie Kisaragi

Hija de Godo Kisaragi, señor de Wu-Tai. Mal avenida con su padre desde la infancia; las diferencias entre ellos hicieron que, a la corta edad de dieciséis años, Yuffie abandonase su ciudad para buscar la fortuna por su cuenta como cazadora de Materia.

Para explicar el porqué de esta desavenencia conviene remontarse a los tiempos de la Guerra de Wu-Tai. Durante la época de máxima expansión de Shin Ra S.A. el presidente buscaba la explotación de energía makko en la gran isla occidental donde residía el imperio de Wu-Tai. Godo rechazó la propuesta alegando que no pensaba perforar la tierra que les proporcionaba el sustento y los materiales que les permitían vivir para extraer la fuente de energía que lo hacía posible. El presidente de Shin Ra, ofendido, se retiró al cuartel general y odió a Godo durante años. Por aquel entonces el ejército de Wu-Tai no tenía rival, pues los mejores guerreros del mundo se formaban allí. Además, poseían infinidad de armas y accesorios con propiedades muy particulares que solo ellos sabían fabricar.

Shin Ra dedicó gran parte del dinero de las ganancias del makko a la investigación militar y a la formación de un gran ejército. Aunque Godo fue advertido en varias ocasiones acerca de esto, su soberbia hizo que no se preparase lo suficiente para lo que se avecinaba. «No se atreverán contra Wu-Tai»

Gracias a las investigaciones de un brillante científico y a un hallazgo fortuito de un ser superior caído del cielo, el presidente pudo contar en poco tiempo con una legión de luchadores sobrehumanos con un poder fuera de lo común. Llamó a este nuevo cuerpo SOLDADO. Una vez hubo reunido una gran cantidad de mecas y miembros de SOLDADO acometió la invasión de Wu-Tai.

Por aquel entonces la hija de Godo tenía solo nueve años. Cuando vio como su padre reunía a sus ejércitos para combatir a Shin Ra ella le pidió que le dejase participar en la guerra. Godo se negó rotundamente, y cuando la pequeña Yuffie le espetó que perderían la guerra por no poseer Materia, éste le asestó una bofetada que hizo que la niña echase a correr llorando. Tan ocupado estaba en sus preparativos para la guerra que decidió posponer la reconciliación con su hija.

En el fondo Godo Kisaragi sabía que Yuffie tenía razón. Shin Ra había avanzado mucho gracias al makko. Maquinaria de guerra, Materia y soldados con poderes. Su ejército era fuerte y ducho en las artes de la guerra, pero poco podía hacer una espada contra los rayos del cielo y los terremotos de la tierra.

Shin Ra venció y Wu-Tai quedó sometida. Los miembros de SOLDADO demostraron su valía, pero un nombre destacó por encima de los demás, incluyendo los de Angeal y Genesis, y ese nombre era el de Sephiroth.

En la actualidad Wu-Tai se ha visto reducido a una ciudad, la más antigua de todas, que se halla a las faldas del monumento del monte Da Chao. No es más que una sombra difusa de lo que fue el imperio de Godo Kisaragi. Sus habitantes viven principalmente del turismo. La gente de los continentes visita este lugar histórico donde la gente vive sin hacer uso de la energía makko, lo cual, es bastante insólito en los tiempos que corren.

Yuffie ha vivido una gran aventura desde que abandonase la protección de su padre para buscar Materia y poder, así, devolver el poderío de antaño al decadente Wu-Tai. Se unió a Cloud y los demás después de fracasar en el intento de robarles su Materia. Desde entonces ha recorrido todo el mundo, haciendo acopio de toda la Materia que ha encontrado. Ahora la vida del Planeta corre peligro, y  su objetivo principal ha quedado en un segundo plano. Debe encontrar una razón para luchar al lado de Cloud.

Fue muy reconfortante volver a pisar Wu-Tai. Se regocijó durante un rato sintiendo el aire puro, paseando por encima de los estanques y admirando la arquitectura de sus edificios. Finalmente decidió adentrarse en la pagoda donde se encontraba su padre, cuyos informadores ya le habían avisado de la presencia de su hija en la ciudad.

Cuando llegó a la estancia de su padre, en lo alto de la pagoda, no había nadie. De pronto, un shuriken fue directo hacia ella. Lo detuvo con los dedos índice y corazón, demostrando unos grandes reflejos. La sombra de Godo apareció frente a Yuffie que pronto retrocedió con dos piruetas y adoptó la posición de combate. Godo aterrizó y desenvainó su katana. Se abalanzó sobre su hija, que esquivó los cortes sin problemas. Tras la última estocada Yuffie le dio un calambrazo en la mano que hizo que soltase la katana. Sin inmutarse Godo tomó dos nunchakus que tenía sujetos a la cintura y se lanzó al ataque. Los golpes eran rápidos y precisos, pero el escudo blanco que recubría el brazo de Yuffie no se resentía al detenerlos. Retrocedió hasta verse acorralada contra la pared, entonces se agachó y lanzó un puntapié a los tobillos de su padre, que saltó grácilmente y se posó sobre los hombros de Yuffie. El nunchaku golpeó la parte trasera de la cabeza de la muchacha lo que la hizo trastabillar hacia delante y caer de rodillas. Godo, de nuevo en el suelo, se abalanzó una vez más pero Yuffie se giró rápidamente y le lanzó una bola de fuego que lo estampó contra el techo de la estancia. Godo cayó de bruces y quedó inmóvil.

– ¡Papá! ¡Lo siento! ¿Estás bien?

Su padre se incorporó lentamente con una sonrisa en la cara.

– Has devenido una gran luchadora. Dominas la Materia. Ya no puedo hacerte frente.
– Claro, papá, ¿ves como la Materia es útil en la lucha? Tengo un montón, y puedo traer más.
– Es loable por tu parte, pero Wu-Tai ya fue condenado. Tengo suerte de seguir con vida y al mando de la ciudad. No volveré a retar a Shin Ra – su voz denotaba abatimiento.
– ¡Shin Ra está acabada! ¡La hemos destruido! – exclamó su hija llena de júbilo.
– ¡Eso es imposible! – le espetó su padre.
– Te lo prometo, papá. Tenemos mucha Materia, y mis amigos son muy fuertes. Destruimos a los Turcos, y Cloud hizo ¡bam! y luego Barret y Red hicieron ¡Prrrm! y los mecas fuera, y entonces Scarlata y Heidegger con el robot hicieron ¡Tssh tssh!, pero Cloud y Vincent le dieron caña, ¡plas plas!

Y con un baile de onomatopeyas y una narración incomprensible e infantil Yuffie le relató a su padre las últimas aventuras de Avalancha y la decisión final que debía tomar.

– ¿Lo entiendes papá? Cuando salvemos el Planeta puedo traer toda la Materia que tenemos a Wu-Tai, y recuperaremos la gloria de nuestro pueblo – Yuffie rozaba el éxtasis.
– Yuffie, hija mía – empezó Godo con aire solemne. Se levantó y se asomó a la ventana, dando la espalda a la muchacha -. Estoy orgulloso de ti. Has logrado hacer lo que yo no pude. Has dominado la Materia que siempre rehusé, pero que secretamente ansié toda mi vida. Has acabado con Shin Ra y ahora has sido elegida para llevar a cabo la más grande de las heroicidades: salvar el mundo. Sin duda Wu-Tai recuperará su gloria cuando vuelvas… – Godo miró a su hija – y te sientes en el lugar que te corresponde – le dijo señalando la silla del emperador.
– ¡Papá!

Ambos se abrazaron y lloraron de alegría. Yuffie había obtenido el reconocimiento de su padre, y con ello había saldado la deuda que tenía dese hacía siete años. Al fin se habían reconciliado. Después de esto Yuffie corrió al escritorio del secretario y cogió un folio y una pluma.

– Le diré a Cloud que necesito salvar el mundo porque debo gobernar esta ciudad y restaurar el honor de mi pueblo. Ese es mi motivo.
– Hija, ¿qué haces con ese papel? – le preguntó Godo extrañado.
– ¿Qué voy a hacer? Escribo un contrato.
– ¿Un contrato?
– Así es papá, ¿te lo tengo que explicar todo? Con este contrato, yo les ayudo a salvar el mundo a cambio de toda su Materia, que irá a las arcas de Wu Tai.

Godo Kisaragi rió a carcajadas.

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