Capítulo XXXII – Cuatro

28 diciembre 2008

Empezó a llover y el robot rojo sufrió un cortocircuito y explotó. Habían vencido.

Se dirigieron al cañón. Allí estaba esperándoles Cid, que había dejado la aeronave en un parking para Vientofuertes que había cerca. Se estaba fumando un porro de marihuana cuando les dijo:

– Ya era hora, zoquetes. A ver si nos damos prisa que en puto parking me cobran por hora y no por fracción.
– ¡Malditos shinra! – gruñó Barret al hacer cuentas.
– Ya os dije que destruir a Shin Ra iba a salir caro – les explicó Cloud.
– No, no lo dijiste – repuso Vincent.
– Debí pensarlo para mí entonces. Vamos.

Subieron las escaleras que conducían a los controles del cañón. Ahí estaba Hojo delante del ordenador mientras se tomaba un cubata de vodka con limonada marca Shin Ra. Cuando se dio cuenta de que había alguien más allí cerró la ventana de Firefox y se sonrojó.

– ¿Viendo un poco de porno, Hojo? – le preguntó Cloud severamente.
– Así es. Menudo susto me habéis dado, creí que era el Presidente – les dijo Hojo rascándose la cabeza.
– Nunca cambiarás, maldito pervertido.
– Oye, un respeto niñato, que yo… yo… YO SOY TU PADRE – con estas palabras la voz de Hojo se tornó grave.
– Eso es mentira – intervino Vincent -. Tú eres impotente, toda Shin Ra lo sabe. Por eso tuviste que engendrar a Sephiroth a golpe de jeringuilla, pedazo de moña.
– Maldita sea, ¿todos lo saben? – repuso el científico horrorizado.
– Todos. Ya sabes, Lucrecia era un poco portera y lo cascaba todo, pichafloja.
– Bueno, de todas formas, no he querido decir eso – dijo el hombre de la bata blanca retomando la conversación con Cloud -. Lo que he querido decir es que… Cloud, tú eres… es decir, yo te…

¡PAM!

Barret le pegó un tiro en la frente. Hojo cayó fulminado al suelo.

– ¿Soy el único al que le estaba cargando este tío? – se excusió.
– No, Barret – le apoyó Red -. Era cargante.
– Eh, pandilla de tardones, vamos tirando que ya va a hacer una hora que aparqué y nos van a cobrar las dos horas.

Dicho esto el grupo de puso en marcha. Decidieron ir al Cráter el Norte y acabar con Sephiroth. Se introdujeron con la nave y en su interior hallaron un salón decorado con motivos navideños. Frente a una chimenea se hallaba Sephiroth, jugando al Brain Training en la Nintendo DS. De pronto se levantó y la consola se desintegró.

– ¡Cómo odio que me diga que mi edad mental es de 80 años, joder!
– Sephiroth – dijo Cloud -, déjate de juegos y atiéndenos. Hemos recorrido mucho para llegar aquí.
– Dónde están mis modales. Por favor, sentaos – con un ligero movimiento de mano varios sillones se movieron y se colocaron alrededor de una pequeña mesa de madera de teca -. ¿Qué tomaréis?
– Yo un café solo, por favor – repuso Cloud.
– Yo con leche – dijo Barret.
– Otro, pero a mí pónmelo en un cuenco para gatos – dijo Red.
– A mí me pones un chupito de orujo de hierbas – dijo Cid mientras se liaba otro porro.
– ¿Sabes hacer mojitos? – preguntó Yuffie.
– La duda ofende – le dijo Sephiroth -. Tengo Materia elemental de cocktails.
– Yo quiero un batido de chocolate con nata por encima, una hamburguesa doble con queso y bacon, patatas fritas y un trozo de tarta de manzana. Gracias – dijo por último Tifa.
– Ya veo, sin hambre, ¿no?

Una vez Sephiroth hubo preparado todo para sus invitados se sentó con ellos con una taza de té en la mano y las piernas cruzadas de una forma bastante gayer.

– Entonces, explicadme todo.

Le explicaron todo desde el principio. El secuestro de Aerith, la huida de Midgar, el episodio de la ciénaga, la travesía del Monte Corel con Barret convertido en rana, la estancia en Gold Saucer, el retorno a Nibelheim, el robo del potrillo, la aventura del Templo de los Ancianos, el coma de Cloud, el ataque de Arma a Junon, el robo de la Materia Enorme, la vuelta a Midgar y la exterminación de los directivos de Shin Ra S.A.

– ¡Vaya! ¡Impresionante! Así que, ¿habéis acabado con Shin Ra?
– Así es – le dijo Cloud solemnemente.
– Entonces ya puedo ir quitando el meteorito de pegote que puse en el cielo para acojonarlos.
– Ah, ¿es de mentira? – preguntaron todos al unísono.
– Claro, ¿me tomáis por loco? ¿cómo voy a estampar un meteorito contra el Planeta? Yo tambien moriría.
– Claro, también es verdad.

Sephiroth alzó ambos brazos y con su enorme poder el cielo cambió y volvió a ser azul como antaño.

– Ale, ya está. Me alegro de que hayáis acabado por fin con Shin Ra. Por favor, no dudéis en volver a visitarme, esta es vuestra casa.
– Muchísimas gracias, señor Sephiroth – le agradeció Tifa.

Se marcharon y surcaron el cielo a través de un arco iris. Fueron felices y comieron chocobos. Y colorín colorado, Final Fantasy VII se ha acabado.

Por supuesto todo esto es una broma. ¡FELIZ DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES!

inocente

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