Capítulo XIV – Siete

8 noviembre 2007

Los chocobos reaccionaron en seguida al escuchar el sonido de salida. Cloud vio como el resto de chocobos se perdían en la primera curva, con Joe en cabeza. Tiraba de las riendas con fuerza, pero el chocobo parecía no inmutarse. Tras un tirón demasiado fuerte, el chocobo miró a Cloud con ira. Parecía que no se iban a llevar bien. Cloud se desplomó sobre el lomo observando por una pantalla como su libertad se alejaba a toda prisa.

<¡VAYA! QUÉ MALA SUERTE, PARECE SER QUE EL CHOCOBO DE STRIFE NO TIENE GANAS DE CORRER>

Cloud podía oír las risas del público mientras le señalaban. Se sintió inútil. Quizá ser el mejor luchador del mundo y dominar el uso de Materia no tenía ningún valor en una carrera de chocobos. O quizás sí…

Se le ocurrió una idea. Colocó su mano palmeada sobre el trasero del animal e hizo que un pequeño rayo le chamuscara las plumas. El chocobo brincó despavorido y echó a correr desbocado. El plan había resultado, su chocobo corría con más motivación que ningún otro mientras las pequeñas descargas le azotaban el trasero.

Tras tres curvas bastante pronunciadas alcanzó al primero de sus cinco contrincantes. La pista era bastante extraña. Parecían correr sobre un cristal y todo estaba decorado con luces de todos los colores. Cloud tenía la sensación de estar en algún lugar muy lejos del mundo real. Cuando vio a su contrincante le pareció que corría por el aire, pero sólo era el efecto óptico de la pista. Lo adelantó sin problemas. El jockey, que iba vestido de azul, miró como Cloud pasaba raudo a su lado con perplejidad. Se sintió desdichado al ser vencido incluso por un recién llegado. Cloud nunca lo supo, pero ese corredor dejó las carreras y se volvió alcohólico.

Siguió avanzando, aunque su chocobo corría sin rumbo, la pista no le permitía desviarse del camino (a no ser que los chocobos supieran abrir puertas de emergencia, porque algunos de estos animales podían alcanzar un alto grado de inteligencia.).

Alcanzó a dos corredores que corrían a la par. Parecían estar peleándose a puñetazo limpio. «¿Esto vale?», se preguntó. Parecía ser que las reglas en este tipo de carreras brillaban por su ausencia. El corredor de la derecha le atestó un golpe que hizo que el otro cayera de bruces al suelo. Cloud no pudo evitar que su chocobo lo aplastara y le marcara las uñas por toda la espalda.

<¡MADRE MÍA! ESO SÍ QUE ES MALA SUERTE, PARECE QUE YA SÓLO QUEDAN CINCO>

Por increíble que parezca, el chocobo sin jinete siguió compitiendo, y embistiendo al otro corredor. Cansado, el jockey que iba de verde golpeó al chocobo en la cabeza y finalmente éste se desvió.

<ME TEMO QUE ESE CORREDOR VA A SER DESCALIFICADO, NO SE PUEDE LASTIMAR A LOS CHOCOBOS>

«Pero no pasa nada por machacar a los jinetes. Curioso.». Cloud tomó nota y alcanzó a su contrincante. Antes de que pudiera reaccionar, el ex-SOLDADO le propinó un puñetazo que hizo que el jinete saliera despedido hacia el otro lado. El pie se le quedó encallado en el estribo y el chocobo lo arrastró varios metros antes de detenerse. Cloud nunca lo supo, pero los dos jinetes pasaron varias semanas en el hospital antes de poder montar de nuevo un chocobo.

El chocobo loco de Cloud llegó al fin al ecuador de la carrera. Los colores de la pista desaparecieron y en su lugar un color negro que no dejaba ver por donde discurría el camino lo bañó todo. Unos puntos luminosos que parecían lejanos aparecieron bajo sus pies. Parecían indicar el camino a tomar. La temperatura bajó radicalmente. Daba la sensación de estar corriendo con un chocobo surcando el espacio. Cloud vio una pantalla con un mapa que indicaba la posición de los otros corredores. Joe estaba mucho más avanzado que él. Debía darse prisa si quería alcanzarle.

Llegó a una curva interminable. La pista describía una espiral hacia arriba para subir a lo más alto. Sin darse cuenta, había dejado de martirizar a su chocobo, pero éste seguía corriendo concentrado en la carrera. Incluso el animal parecía haber comprendido que aun tenían posibilidades de ganar la carrera (y esto motivaba sobremanera a los animales, pues si ganaban también obtenían un premio en forma de verduras).

Al fin alcanzó al penúltimo corredor. Montaba un chocobo azul y su traje era blanco, lo que resaltaba el color negro de su piel. Parecía un gran corredor. Tomaba la curva con precisión y su chocobo respondía ante el más mínimo gesto. Cloud puso la mano sobre el trasero de su chocobo, pero no hizo nada más. El chocobo echó a correr de inmediato. Parecía ser que ya se entendían, aunque fuera algo cruel la forma de estimular al animal. Cloud pensó en la cárcel de arena y en Tifa y los demás. Sería mucho más cruel pasar el resto de sus vidas en aquella cárcel.

Pasó al lado del otro corredor que lo miró atónito. Sin pensárselo dos veces, el jinete sacó una porra y empezó a golpear a Cloud.

– ¿Están permitidas las porras? – preguntó Cloud sonriendo a su oponente.
– Aquí está permitido todo lo que no mate, amigo.

Cloud esquivaba los golpes con destreza. Había recibido entrenamiento para afrontar ese tipo de situaciones en las que uno se encuentra en clara desventaja ante alguien armado. El otro jinete empezó a desesperarse por no atinar con sus golpes. Entonces, el chocobo de Cloud hizo algo inesperado. Embistió al otro chocobo y lo acorraló contra la pared. El chocobo azul graznaba de dolor cada vez que chocaba contra la pared a aquella velocidad. Cloud empezó a sentirse orgulloso de su chocobo al fin.

El jinete no lo vio, pero un cartel que indicaba el fin de la curva se aproximaba, collado a la pared, a la altura de su cabeza. Cuando alzó el brazo para atestarle un porrazo a Cloud en la cabeza, el cartel le golpeó en la suya y cayó inconsciente al suelo. Cloud nunca lo supo, pero ese jinete perdió la memoria debido al golpe y tuvo que retirarse a Costa del Sol para el resto de sus días.

Ya sólo quedaban él y Joe (el último todavía no había llegado siquiera a la curva y no suponía un problema real). La pista se inclinó de repente y un torrente de aire caliente que venía totalmente en sentido contrario casi hizo que Cloud perdiera el equilibrio. Ahora bajaban a toda prisa y el aire caliente hacía costoso el simple hecho de mirar. Cloud entendió entonces por qué Joe llevaba antifaz.

Pudo distinguir a Joe por las mangas de su camisa, blancas como la nieve, que resaltaban en aquel decorado tan oscuro. Su chocobo apenas se distinguía, pues era negro como el carbón. Cuando le dio caza, Joe echó un vistazo atrás y sonrió.

– Sabía que llegarías aquí – dijo Joe mientras se cambiaba de posición el gorro que, pese al torrente de aire, no se movía ni un ápice.
– ¿También sabías que iba a ganarte?

Cloud le propinó una descarga al chocobo que refunfuñó un poco antes de echar a correr. El chocobo estaba exhausto y Cloud empezaba a notarlo. Su respiración era dificultosa y a veces se tambaleaba.
Joe sacó un látigo negro.

– Creo que estás forzando un poco a tu chocobo – dijo.

De un latigazo agarró la rienda del chocobo de Cloud y la estiró para que el chocobo frenase. Volvieron a estar a la misma altura. Cloud echó un vistazo al chocobo de Joe que parecía estar fresco.

– No te preocupes por mi chocobo, aguantaría una vuelta más – el chocobo emitió un graznido en señal de agradecimiento – Bien, lo siento pero la meta está cerca y debo deshacerme de ti.

Dicho estó asestó un latigazo a la altura del cuello que Cloud esquivó agarrándose a las plumas de su chocobo para no caer.

– ¡Hey! Muy bien – Joe estaba animado – ¡A ver qué tal ahora!

Dio otro latigazo directo a la cintura. Cloud se puso en pie y saltó, esquivando el latigazo y cayendo de nuevo sobre el chocobo.

– ¡Tienes talento, muchacho! Deberías planteártelo.

El chocobo de Cloud trastabilló. Estaba empezando a flojear, no podría aguantar mucho más el ritmo de Joe y su chocobo negro. «Aguanta, por favor.», pensó Cloud. Joe atacó una vez más en diagonal y Cloud no tuvo más remedio que parar el golpe con el brazo. El látigo se le enrolló en éste con fuerza.

– ¡Ha sido un placer! – dijo Joe quitándose el sombrero y enseñando su blanca dentadura.

Tiró del látigo y Cloud cayó al suelo. Cayó con tanta fuerza que le pareció dislocarse el hombro, pero agarró el látigo con todas sus fuerzas. Joe se sobresaltó al notar el peso de Cloud y se giró. Volvió a sonreír al ver al muchacho arrastrándose por la pista, destrozándose por completo el traje.

– ¡Vamos! Te has caído del chocobo. Mira donde está la meta, no tienes posibilidades.

Cloud miró al frente y vio como la línea de meta se aproximaba. Empezaba a oír los gritos de la gente en las gradas y la voz de Ster retransmitiendo los hechos. Su chocobo por otra parte se quedaba atrás.

– ¡No dejes de correr! – le gritó a su chocobo – ¡Vamos a ganar! ¡No pares!

El chocobo miró a Cloud e intentó seguir corriendo, pero era imposible que cogiera a Joe, ya no le quedaban fuerzas. Cloud puso su mano por delante de la otra dos veces más antes de que Joe imaginara que le quedaban fuerzas para algo más que arrastrarse. Subió lo suficiente para asirse a la cola del chocobo oscuro que berreó aturdido y frenó un poco.

– ¿Qué haces, imbécil? – le gritó Joe – ¡No dejes de correr!

Cloud se agarró sin compasión al lomo del chocobo, arrancándole las plumas. Si le descalificaban por ello, había merecido la pena intentarlo. Joe le empezó a golpear, pero sus puños no eran tan fuertes como su látigo. Era demasiado delgado. Cloud aguantó algunos golpes más en la cara que le hicieron sangrar la nariz. Finalmente agarró a Joe por la pantorrilla y estiró. Lo hizo caer mientras lo maldecía. Vio como el cuerpo de Joe rodaba en la distancia.

<PARECE QUE EL CHOCOBO DE JOE VA EN CABEZA>

Montó al chocobo negro y le hizo frenar. Esperó unos segundos hasta que su chocobo, que estaba a punto de echar el hígado por la boca, apareció jadeando y yendo de un lado para el otro. Al ver a Cloud el chocobo se animó un poco. El ex-SOLDADO brincó de una montura a otra acrobáticamente y tomó las riendas.

<¡INCREÍBLE! EL CHOCOBO DE STRIFE HA REMONTADO UNA ÚLTIMA VEZ. UN MOMENTO, JOE NO ESTÁ EN SU MONTURA, ¡STRIFE ES EL VENCEDOR!>

El público se puso en pie y saltó a la pista para elevar a Cloud. Había un nuevo ídolo en las carreras de chocobos de Gold Saucer. Eran libres.