Capítulo XXX – Cuatro

10 junio 2008

Combatieron el aburrimiento que les provocaba flotar a la deriva en una cápsula espacial cantando canciones que todos conocían. Cloud y Tifa cantaron una canción de Nibelheim que tuvo bastante éxito. Yuffie sonreía aunque llevaba demasiadas horas con mareo constante como para acompañarles. Llegado un momento, Cid abrió la compuerta de entrada que estaba situada en el techo. Asomó medio cuerpo y se encendió un cigarro. Empezaban a escasearle y eso no le gustaba. Miró hacia el cielo y vio a Meteorito. Parecía más grande que nunca. Recapituló mentalmente y sonrió. Apagó el cigarro en la carcasa de la cápsula y volvió adentro.

– ¿Sabéis? – dijo – He cumplido mi sueño. Decidme, ¿cuánta gente puede decir que ha estado en el puto espacio? Yo os lo diré: siete. Justo los que estamos aquí. Estoy satisfecho, y orgulloso de haber podido compartir ese momento con vosotros, muchachos. Al final no sois tan zoquetes como pensé.
– Ojalá Vincent hubiese estado con nosotros – apuntó tristemente Yuffie.
– Vincent está bien, nos reencontraremos – la tranquilizó Tifa cogiéndole la mano y brindándole una sonrisa.

De repente un sonido inquietante les aceleró el corazón. Parecía un grito, pero al mismo tiempo era demasiado grave y demasiado profundo. Era imposible determinar de donde provenía. Red se asomó con las patas delanteras y aulló. Cuando volvió al interior tenía una mirada apremiante.

– ¡El planeta está gritando! Necesita nuestra ayuda. Ha presenciado nuestro fracaso al intentar detener Meteorito y teme por su vida – les explicó.
– ¿Desde cuando entiendes al Planeta? – le preguntó Barret.
– ¿Es que hace falta ser un Cetra para entender lo que significa este llanto? – repuso el felino – No sé vosotros, pero a mí me hiela el corazón.
– Yo me siento triste también – intervino Tifa con la mano en el corazón.
– Maldito seas, Sephiroth – dijo Cloud hablando solo.

No se dieron cuenta, pero estaban acercándose al continente. En unos minutos la cápsula llegó a la playa y finalmente se posó en la orilla. Se apresuraron a salir y otearon el horizonte. Cloud avanzó un poco hacia unos hierbajos. Arrancó uno y lo examinó.

– Estamos en el continente del oeste. Probablemente al norte.

Al fondo apareció un vehículo que avanzaba directamente hacia ellos. Echaron mano de sus armas y esperaron. El vehículo resultó ser un camión del ejército de Shin Ra. Era antiguo. Era el mismo modelo que el camión en el que viajaron Cloud, Zack y Sephiroth otrora. El logotipo de Shin Ra los alertó más, si cabía. Esperaban ver descender a algún Turco de él. Y así fue. El camión frenó en seco y la puerta de la cabina se abrió. Meteorito se reflejaba en la luna delantera, con lo que no pudieron advertir quién era el conductor. Una capa roja que ondeaba al viento hizo que relajasen todos los músculos. Era Vincent.

– Me alegro de que estéis bien – les dijo.
– ¡Vincent! – gritó Yuffie. Corrió hacia el ex-Turco y lo rodeó con ambos brazos. Posó su pequeña cabeza en el pecho del pistolero.
– Escuché a los Shin Ra hablar de vosotros. Dijeron algo de una cápsula de emergencia y algo de que habían calculado la trayectoria. Me oculté en el camión que iban a utilizar para venir a por vosotros y me deshice de ellos llegado el momento. No obstante, no tardarán en venir más Shin Ra. Debemos irnos.
– Buen trabajo, Vincent. Me alegro de que salieras ileso del combate con Ruda – le dijo Cloud.
– Ruda no fue un problema.
– Bien, será mejor que nos subamos a ese camión y vayamos a Vientofuerte – propuso Cid -. De camino dejaremos a Shera en su casa.

Subieron al camión. Tifa se puso al volante y Cloud, a su lado. En la zona de carga se acomodaron el resto. Cid se llevó una grata sorpresa al abrir una de las cajas que había detrás y encontrar una botella de licor.

– ¡Eh! ¿Cuál es el plan cuando lleguemos a Vientofuerte.
– Creo que deberíamos ir a ver a mi abuelo – propuso Red -. De paso podríamos confiarle la Materia Enorme que tenemos. No se me ocurre un sitio mejor.
– Sí, yo también voto por ir a Cañón Cosmo – dijo Barret -. Apuesto a que Bugenhagen nos puede dar un buen consejo acerca de la situación.
– Me parece bien. Tengo cosas que preguntarle al viejo Bugen – dijo Cloud, aprobando el plan.

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