Capítulo XXVIII – Tres

8 diciembre 2007

– ¡Lo has recordado! Cloud, no fuiste tú quien llegó a Nibelheim con Sephiroth. Fue Zack.

Cloud permaneció durante un rato en silencio. La escena había vuelto a congelarse, pero ya no era Cloud el guerrero de traje lila y espadón a la espalda. Era otra persona cuyo nombre era Zack. Una persona a la que Cloud no sólo había omitido en sus recuerdos, sino que había asimilado su vida como propia.

– Te equivocas… – dijo Cloud con una sonrisa que a Tifa le pareció terrorífica. Era una sonrisa demencial.

La escena volvió a cambiar. La cabeza de Cloud daba vueltas a mucha velocidad y Tifa se encontraba en mitad de aquel desorden. Muchos momentos se materializaron durante instantes muy breves a su alrededor, pero era todo incomprensible. Parecía como si todos aquellos recuerdos hubiesen permanecido en el subconsciente de Cloud como el agua estancada contenida por un dique. Ahora el dique se había hecho pedazos los recuerdos fluían frenéticamente.

Finalmente Tifa se encontró a la entrada del reactor del monte Nibel. Zack, Sephiroth, su yo del pasado y un soldado de Shin Ra se encontraban en las escaleras que conducían al interior.

– Señorita, usted debe esperar aquí.
– ¿Qué?
– Aquí dentro hay secretos e investigaciones propiedad de Shin Ra S.A. Sólo personal autorizado puede entrar. Tranquila, este soldado cuidará de usted – Sephiroth señaló con la cabeza al soldado de Shin Ra.
– Genial… espero que me cuides bien.
– Un momento – dijo la Tifa del presente tras atar cabos -, si tienes este recuerdo significa que tú también estabas allí. ¡Luego tú eras uno de los soldados que acompañaba a Sephiroth y Zack! ¿Por qué no me dijiste que eras tú? Mírame, ahí plantada como una tonta, pensando que me encuentro con un extraño…

La escena cambió de nuevo. Se encontraban a la entrada de la cápsula que contenía a JÉNOVA. La joven Tifa se encontraba en el suelo y Zack, a su lado. El miembro de SOLDADO se levantó, recogió su espadón y entró en la cápsula para vengarse de Sephiroth. No pasó mucho tiempo hasta que Zack salió disparado y herido de gravedad por la espada de Sephiroth. Cayó por las escaleras chorreando sangre. «¡Zack!», gritó la Tifa del pasado. En ese momento apareció el joven Cloud. Cuando presenció la escena, recogió el espadón de Zack y entró en la cápsula.

La Tifa del presente corrió tras Cloud para observar qué ocurrió en aquella cápsula. Al fin iba a enterarse del final de aquella historia que Cloud había sido incapaz de terminar hasta ese momento. Sephiroth hablaba con la cápsula de JÉNOVA. Cloud entró a toda prisa y lanzó una estocada certera a Sephiroth por la espalda. La sangre empezó a brotar del cuerpo de Sephiroth y éste se arrodilló. Su melena blanca se tiñó de rojo.

La luz se apagó. Quedaron totalmente a oscuras y en silencio. Un traqueteo hizo que Tifa trastabillase. Se encendió una lámpara de aceite que iluminó todo el interior de la camioneta que dirigía al escuadrón a Nibelheim. Habían dado un salto atrás en el tiempo. Sephiroth estaba sentado con la mirada perdida y codos apoyados en las rodillas. Zack estaba bastante excitado y hablaba con el joven Cloud, que iba vestido con el traje azul que llevaban los soldados de Shin Ra. No llevaba ni la máscara ni el gorro, pues todavía no estaba de servicio.

– No entiendo por qué no quieres volver a Nibelheim. ¡Es el pueblo que te vio nacer! – le decía Zack a Cloud.
– Le hice una promesa a alguien – repuso el joven Cloud -. Le dije que me uniría a SOLDADO y que acuduría a salvarla cuando estuviera en apuros. Mírame. No he llegado a ser más que un soldado raso. Me avergüenzo de mí mismo.
– ¡No debes avergonzarte! Estoy seguro de que tu amiga estará orgullosa de ti.
– Prefiero dejar el tema. Me limitaré a hacer mi trabajo.
– Cloud… – Tifa comprendía ahora por qué Cloud no se quitó jamás la máscara. Tenía miedo de decepcionarla.
– Hemos llegado – anunció Sephiroth con su voz profunda y carente de toda emoción.

Bajaron de la camioneta. Hacía frío y el ambiente era húmero. Reinaba el silencio. Ni siquiera las bestias se atrevían a quebrarlo. La compañía echó a andar hacia la entrada del pueblo. Tifa los siguió. Cloud revivió de nuevo la llegada a Nibelheim, pero esta vez la de verdad.

Sephiroth se adelantó un poco.

– El olor a makko es fuerte aquí – dijo Sephiroth volviéndose hacia el joven Cloud – Esto es Nibelheim, ¿Cómo te sientes al regresar a tu ciudad natal? Yo no tengo ciudad natal, así que…
– ¿No? Y… ¿tu padre?, ¿tu madre?
– Mi madre es JÉNOVA. Murió nada más darme a luz. Mi padre… – Sephiroth rompió a reir. A Tifa le pareció más terrorífico que nunca – Qué importa – dio media vuelta y entró en el pueblo.
– Cloud, puedes dejar todo esto. Cumpliste tu promesa. Me salvaste.

Aquellas palabras hicieron que la mente de Cloud volviese al momento en que se había enfrentado a Sephiroth. Se encontraron de nuevo en las escaleras que llevaban a la cápsula de JÉNOVA. Cloud intentaba reanimar a Tifa que se había desmayado debido al dolor. Se quitó la máscara y el gorro. Entonces Sephiroth apareció, vivo, por la puerta que conducía a la cápsula. Llevaba en la mano la cabeza de JÉNOVA. Ignoró completamente a Cloud y a los demás y se dirigió hacia la salida del reactor. Cloud corrió tras él para detenerle. Pasó a la siguiente sala, donde el tubo oxidado hacía las veces de pasarela para cruzar el yacimiento de makko. Sephiroth estaba a mitad de camino cuando Cloud le dio alcance.

– ¡Tú! No tientes a la suerte.
– No pienso dejar que te marches, Sephiroth. Has destruido todo lo que yo quería y pienso vengarme.
– ¿Ah sí?

Sephiroth hizo un movimiento rápido con la mano derecha y desenfundó Masamune, la espada más larga jamás fabricada. La clavó en el vientre de Cloud, a quien le flojearon las piernas. El extremo de la espada estaba lleno de sangre. En ese momento, contra todo pronóstico, una fuerza sobrehumana despertó en el interior de Cloud. Se puso en pie y cogió la hoja de Masamune con ambas manos. Levantó a Sephiroth con el mango de la espada y lo arrojó al makko. Mientras caía, Sephiroth no soltó la cabeza de JÉNOVA. Ni siquiera profirió un grito. Miró a Cloud fijamente y luego el makko lo engulló y volvió a quedar como si nada hubiera ocurrido. Cloud tiró de Masamune y la sacó de su cuerpo. La sangre brotó sin cesar de su vientre. Cayó desmayado y el recuerdo que Tifa estaba presenciando empezó a emborronarse para fundirse en negro finalmente.

Tifa no podía creerlo; Cloud mató a Sephiroth.

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