Capítulo XXVIII – Dos

22 noviembre 2007

– Tú siempre estabas con tus amigos – era la voz de Cloud, pero sonaba en el interior de la cabeza de Tifa -. Yo creía que eran estúpidos. Además, yo no les gustaba. ¿Aun no sabes qué día es este?

Tifa estaba desconcertada. ¿Sería un recuerdo inventado de Cloud? Se miró a sí misma de pequeña. Tenía una cara muy triste. De hecho, estaba llorando. Tifa entendió en seguida.

– Es el día en que murió mamá.
– Exacto, es el día en que tu madre volvió al Planeta – a Tifa le extrañó que Cloud hablase en esos términos de la muerte. Solía decir las cosas como eran realmente, sin ningún tipo de tacto.

Empezó a soplar el viento. Se hizo cada vez más fuerte. Tifa se cubrió. Los tablones de madera empezaron a desprenderse de la pared. Todo empezó a volar por los aires. Cuando cesó, Tifa abrió los ojos. Se encontraba en la falda del monte Nibel. Su yo pequeña y los demás aparecieron en escena de nuevo.

– Tengo que buscar a mi madre – dijo su mini yo con lo que a Tifa se le antojó una voz de pito.
– ¡Pierdes el tiempo! Tu madre no está en las montañas – repuso uno de sus amigos.
– Pero… es posible que ella fuese al otro lado y necesite ayuda.
– A mí me da miedo – intervino la amiga de Tifa.
– Sí, el monte Nibel es muy peligroso. Poca gente vuelve.
– No vengáis si no queréis – respondió la pequeña Tifa -. Yo voy.

Echó a andar hacia la montaña. Los amigos de Tifa la miraron un rato, y luego se marcharon hacia el pueblo. Tifa ya estaba bastante lejos cuando llegó el pequeño Cloud corriendo. Divisó a Tifa subiendo por el monte y la empezó a seguir manteniendo una distancia prudencial.

La Tifa del presente los siguió. Tras una buena caminata por el ya aborrecible monte Nibel, un kyuvilduns asaltó a la jovencita, haciéndole dar un traspié. La pequeña Tifa cayó por un barranco bastante empinado. El joven Cloud corrió hacia el lugar. Sin pensárselo, asestó una patada al kyuvilduns y bajó por el barranco, deslizándose sobre la grava. Alcanzó a Tifa y le dio la mano.

– ¡Ayúdame!
– ¡No te sueltes!

Aferró a la muchacha con ambas manos, pero era incapaz de deshacer el camino. Los pequeños guijarros se deslizaban bajo las suelas de sus botas. Sus flacos brazos empezaban a resentirse y finalmente soltó a Tifa, que cayó barranco abajo.

– ¡¡¡Noooooooooooooooo!!!

Todo se esfumó. El monte Nibel desapareció y Tifa se encontró en mitad de la nada blanca. Oyó la voz de Cloud en su interior.

– Caíste en coma durante siete días. Me echaron la culpa, pensaron que había sido yo quien te había llevado allí, y tus amigos no lo desmintieron…
– Cloud… – Tifa estaba consternada.
– Aquel día escuché hablar por primera vez de Sephiroth. «¿Te crees que eres Sephiroth?». «Sephiroth es muy fuerte». «Es un miembro de SOLDADO». Me enfadé tanto conmigo mismo por no haber podido evitar que cayeses… prometí que me uniría a SOLDADO y sería tan fuerte como él, y que siempre te protegería.
– No sé que decir – contestó ella con lágrimas resbalando por sus mejillas. Se sentía culpable por todo lo que había pasado Cloud. Al fin y al cabo, se unió a SOLDADO por ella.
– Cuando despertaste no me atreví a ir a verte, por miedo al rechazo de tus familiares y amigos – la voz de Cloud siguió narrando los hechos -. Un día, cuando ya iba a marcharme, decidí que debías saberlo. Me acerqué a tu ventana y conseguí que te asomases.
– Y me dijiste «tengo algo que decirte, ¿nos vemos esta noche en el pozo?» – a Tifa apenas se le entendía. El llanto le hacía balbucear -. Aquello me sorprendió. No consideraba que estuviésemos muy unidos, y de repente me citaste para hablar de algo importante. Cuando me enteré de que te marchabas… me di cuenta de que yo no quería. Quería recuperar todo el tiempo perdido contigo, pero era demasiado tarde. Estabas decidido y yo no me atrevía a decirte nada – hizo una pausa, parecía estar calmándose -. Cuando te marchaste me sentí muy triste y sola. Mis amigos ya no me hacían compañía. Buscaba en los periódicos noticias de SOLDADO a diario.

La entrada de Nibelheim volvió a materializarse alrededor de Tifa. Cloud seguía en el suelo sujetándose la cabeza. Sephiroth y los demás estaban inmóviles. El hombre desdibujado empezaba a cobrar forma. Se hacía cada vez más nítido. Un muchacho delgado y apuesto, con media melena negra bastante rebelde peinada hacia atrás.

– ¿Ahora lo recuerdas? – le preguntó Tifa.

Cloud se levantó del suelo y miró a aquel muchacho. Tenía ojos de makko.

– Zack…

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