Capítulo XXV – La furia de Arma

9 noviembre 2007

Tifa andaba entre la oscuridad absoluta. Se encontraba en mitad de la nada. Vio algo lejos. Era una persona. Su cuerpo brillaba con una luz ténue. Corrió todo lo que pudo, aunque le pareció que era el cuerpo en el suelo el que se acercaba a ella y no al contrario.

El cuerpo era el de Cloud. Estaba desmayado. Se agachó y lo incorporó. Gritó su nombre mientras lo zarandeaba, pero su voz sonó lejana. Finalmente el muchacho se despertó.

– Tifa, ¿Quién soy? – le preguntó.

Tifa entendió que había llegado el momento de darle explicaciones. Había temido aquel momento, pero sabía que debía llegar tarde o temprano.

– Bien, te lo explicaré desde el principio – Cloud la miraba fijamente -. Un día que iba de camino a la estación del sector 7 me pareció oír un sollozo en el cementerio de trenes. Me interné siguiendo el sonido y te encontré allí, tirado en el suelo, entre los escombros. Estabas desnudo y tu cuerpo estaba maltrecho. Balbuceabas cosas ininteligibles y tenías la mirada perdida. Intenté hacerte reaccionar, pero no tuve éxito. Estabas como ido. Entonces, me cogiste por los brazos y me miraste fijamente a los ojos. Te incorporaste y me dijiste «¿Tifa?». Yo no te conocía, pero tú parecías conocerme a mí. Rebuscando entre mi memoria… encontré a Cloud. Guardabas un cierto parecido con aquel niño, y creí que podrías haber sido él al cabo de los años. Te dije «¿Cloud?». Entonces te incorporaste e hinchaste el pecho. «Así es. Soy Cloud, ex-SOLDADO de primera clase». Me alegré de verte. «¿Cuánto hace?», te pregunté. «Hace ya cinco años». En realidad hacía siete… Te fui a buscar algo de ropa y te llevé a casa. Me explicaste que habías realizado tu sueño, que te habías unido a SOLDADO. Me explicaste el incidente con Sephiroth y que habías dejado SOLDADO por ello. Tenías mucho dolor de cabeza. Me explicaste un montón de cosas que habías hecho tras dejar Nibelheim. Pero algo no cuadraba. Sentí que había algo extraño en las cosas que me explicabas. Se contradecían, o simplemente no tenían sentido. No sabías cosas que debías saber. Y sabías cosas… que no debías saber. Cosas sobre mí que nunca he contado a nadie. Me pareció que me conocías igual que me conozco yo misma. Me dijiste que ibas a marcharte muy lejos, a buscar trabajo, y que no volverías. No sabía qué hacer. Pensé que necesitaba más tiempo contigo. Por eso te propuse trabajar para Avalancha. Quería estar junto a ti. Y bueno, eso es todo.

Cloud se incorporó. Dio la espalda a Tifa y empezó a caminar.

– ¡Cloud! ¡No te vayas! – le rogó ella.
– Tranquila – le dijo sin dejar de caminar -. Volveré.

Se alejó rápidamente y desapareció en la oscuridad.

– ¡Noooooooooooo! – Tifa se incorporó de repente y tiró la sábana al suelo. Una luz anaranjada se colaba por las rendijas de la persiana. Barret se levantó y le acarició la mejilla.
– Buenos días, Bella Durmiente.

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