Capítulo XXIV – El despertar de Arma

9 noviembre 2007

Al dejar caer al hombre al suelo, la manga cedió un poco y dejó ver un tatuaje con un número. Cloud no sabía por qué, pero aquel tatuaje le inquietaba.

– Esta gentuza es la misma que había en Nibelheim – anunció Barret, aunque era algo que todos sabían.

Bajaron hasta el final. Se encontraban muy cerca de la fuente de makko. Algunos empezaban a sentirse mal. Yuffie empezó a vomitar.

– Creo… que no avanzaré más – dijo mientras se sentaba -. Estoy muy mareada.
– Me cago en la puta, yo también, joder – exclamó Cid en un ataque de rabia.
– Es normal. Son los efectos del makko – les explicó Cloud -. El que no quiera avanzar más que se quede aquí.

Cloud se puso a la delantera, seguido por Vincent, Red y Tifa. Vincent, al igual que Cloud, era inmune a los efectos de la exposición moderada al makko. Red era un animal muy robusto y muy resistente. Tifa, en cambio, se sentía muy mareada, pero no quería abandonar a Cloud. Sentía que debía acompañarlo ahí dentro. Tenía un mal presentimiento.

Alcanzaron a un grupo de personas encapuchadas que avanzaban diciendo en coro «Unióoon…». Apenas les rozaban y caían desplomados. Parecían estar todos sujetos a un hilo de vida muy delgado. Algunos, se tiraban sin razón al makko. «¿Quién es toda esta gente?». «¿Adónde se dirigen?». Llegaron a un punto en que la roca del suelo se abría en varias direcciones. Un torrente de makko atravesaba todos los caminos perpendicularmente.

– ¡Tifa! ¿Estás segura de que quieres cruzar? ¡Puede ser peligroso! – preguntó Cloud a gritos para hacerse oír.
– ¡Estoy segura!

Atravesaron el torrente. La exposición a Makko empezaba a ser considerable. Los ojos de Cloud brillaban con fuerza. Tifa empezaba a tener náuseas. Sacó fuerzas para poder seguir adelante. Atravesaron el torrente y se encontraron a un hombre con una capa negra que avanzaba lentamente. Este hombre era distinto al resto. Era alto y fornido, y tenía una larga melena blanca. Una espada larga y delgada iba sujeta a su cinturón. Era Sephiroth.

– ¡Sephiroth! – le llamó Cloud.

Sephiroth paró en seco. Se giró y contempló a Cloud largamente.

– Cloud… ¿Vas a participar en la Unión?

Vientofuerte empezó a temblar. Debían alejarse un poco de la fuente y llegar a pie. El piloto de Shin Ra empezó a maniobrar para el aterrizaje.

– ¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Quién es esa gente? – preguntó Rufus.
– Es la Unión. Jénova reune a su cuerpo desmembrado para volver a ser un sólo ser. Sin duda esto demuestra mis teorías, aunque erré al intentar localizar el lugar en el que tendría lugar. Creí que podría retener el cuerpo de Jénova en el cuartel general, pero pudo huir – Hojo se llevó la mano a la barbilla.

Hubo un sonido sordo. Vientofuerte había aterrizado.

– ¿Por qué debería participar en esto? – preguntó Cloud.
– Porque todo el que tenga células de Jénova debe participar. Debemos fundirnos en uno con la corriente vital.
– ¿Células de Jénova?
– Sephiroth… por supuesto debe estar.
– ¡Un momento! ¡Tú no eres Sephiroth!

Sephiroth empezó a reír a carcajadas. Entonces se evaporó, y en su lugar apareció un líquido negro y viscoso. El líquido empezó a burbujear, a arremolinarse y a tomar forma. Encima, yacía el Templo de los Ancianos. O lo que es lo mismo: la Materia Negra. Bailaba al son de las ondas que deformaban aquella masa viscosa.

– Es la Materia Negra… – susurró Tifa.
– Tiene que ser una trampa – dijo Red mirando hacia los lados.
– Ni siquiera creo que sea la verdadera Materia Negra – opinó Vincent.
– Sí que la es – terció Cloud tendiendo la mano para cogerla.
– ¡No lo hagas!
– Tranquila… – Cloud tomó la Materia.

De repente el makko los envolvió. Sintieron como si sus cabezas dieran vueltas. Cayeron al suelo. Entonces, todo se desvaneció. Notaron aire fresco y pudieron ver el cielo gris. Se incorporaron, pero no dieron crédito a lo que pasaba. Estaban en la entrada de Nibelheim. Veían la plaza principal a lo lejos. Se encontraban justo debajo del arco de madera que daba la bienvenida. El ambiente era frío y se respiraba la quietud. Muy típico de Nibelheim.

Advirtieron que un grupo de gente se acercaba. Era Sephiroth, pero venía con alguien más. Eran dos soldados de Shin Ra y un miembro de SOLDADO. Cloud conocía aquella escena, pero algo no cuadraba. Aquel miembro de SOLDADO debía ser él. Pero no lo era. En su lugar había un muchacho de melena espesa y rebelde. Su pelo era moreno y sus ojos claros. Azul makko. Llevaba puesta la ropa de Cloud y llevaba el mismo espadón. Aquello era una broma de mal gusto.

Sephiroth paró en seco. Nadie parecía advertir la presencia de los cuatro.

– El olor a Mako es fuerte aquí – dijo Sephiroth volviéndose hacia el muchacho moreno – Esto es Nibelheim, ¿Cómo te sientes al regresar a tu ciudad natal? Yo no tengo ciudad natal, así que…
– ¿No? Y… ¿Tu padre?, ¿Tu madre?
– Mi madre es Jénova. Murió nada más darme a luz. Mi padre… – Sephiroth estalló en carcajadas. Paró en seco y miró hacia el cielo – Qué importa.
– Esto no tiene gracia, Sephiroth – dijo Cloud en un tono grave.

Sephiroth se detuvo y miró a Cloud.

– ¿Qué ocurre, Cloud? ¿Es que no te acuerdas?
– Acordarme de qué, ese no soy yo.

El hombre de la melena blanca estalló en carcajadas. Un torrente de llamas surgió alrededor. Se sobresaltaron. Cloud echó mano de su espadón. Cuando las llamas se disiparon un poco pudieron ver que se encontraban en mitad de la plaza del pueblo. Nibelheim estaba en llamas. Cloud sintió una punzada en el corazón. Miró la que antaño fuese su casa, ardiendo. Se preguntó por qué debía presenciar una segunda vez aquella atrocidad sin poder hacer nada.

A lo lejos, el muchacho de la melena negra salió corriendo de la mansión Shin Ra. Se acercó a ellos, pero no los vio. Entonces Zangan salió a su encuentro.

– ¡Pero si eres tú! – Zangan le miró con desconfianza – ¿Todavía estás en tus cabales?
– Sí.
– Ayúdame a rescatar a los que puedas.

El muchacho fue a casa de Cloud.

– ¡Basta, Sephiroth! – gritó Cloud en un ataque de ira.

Zangan desapareció. De entre las llamas, apareció Sephiroth. Se acercó a ellos. Red, Vincent y Tifa dieron un paso atrás. Cloud se encaró con él.

– ¿Qué es todo esto? – le preguntó Cloud.
– Es lo que pasó hace cinco años – le respondió Sephiroth con un tono que no denotaba ninguna emoción.
– No, esto no es lo que pasó. Todo esto es una ilusión. ¡Basta ya! – Cloud estaba furioso.
– Ya veo. Ahora tienes emociones. ¿Quieres estar furioso?
– ¿De qué estás hablando, Sephiroth?
– El profesor Hojo te creó pieza a pieza con células de Jénova. Una marioneta. Un clon fallido de Sephiroth que ni siquiera merecía un número.

Cloud empezaba a sudar. No era el calor del incendio. Ni siquiera era el pavor que le producía tener a Sephiroth delante. En las palabras de Sephiroth había algo que le estaba haciendo perder el control.

– Eso no es verdad. Tengo recuerdos. ¿Y Tifa? – Cloud señaló a su amiga – ¡Ella tiene recuerdos conmigo!
– Sí. Ese es el poder de Jénova. Es capaz de crear personalidades y recuerdos tomando los de las demás personas. Cloud debía ser alguien perdido en la memoria de Tifa – Sephiroth miraba de forma distraída una casa que empezaba a derrumbarse, como si lo que decía no tuviera trascendencia alguna.

La cabeza de Cloud daba vueltas. ¿Era cierto lo que decía Sephiroth? ¿Por qué Tifa no decía nada? ¿Quién era aquel muchacho que ocupaba su lugar? Pensaba, pero sólo conseguía que la cabeza le diera más vueltas. No entendía qué sacaba Sephiroth con todo esto. Una cosa estaba clara. Aquel títere que tenía delante no era el verdadero Sephiroth. El verdadero Sephiroth andaba muy cerca y su poder obraba de forma maligna.

– Detén ya esta ilusión… – había lágrimas en los ojos de Cloud. Se arrodilló ante Sephiroth. Alzó la vista y vio como el mejor soldado de todos los tiempos lo miraba con desprecio. El rojo de las llamas se reflejaba en su cara pálida y en su pelo claro.
– Esto es la realidad. Tus recuerdos son la ilusión – dicho esto dio media vuelta y volvió a desaparecer entre el fuego.

2 respuestas to “Capítulo XXIV – El despertar de Arma”

  1. Kuraudo said

    «El líquido empezó a burbujear, a arremolinarse y a tomar forma.»

  2. tuseeketh said

    Gracias, no me había dado cuenta del horror de ambas frases con el mismo sujeto ja, ja, ja.

    Saludos.

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