Capítulo XXIV – Dos

9 noviembre 2007

Cloud permanecía arrodillado. Red y Vincent no sabían qué hacer. Tifa se encontraba alejada, dándole la espalda a Cloud. Estaba consternada. Miraba hacia su casa, a través del fuego. Una silueta se dibujó entre las llamas y la sobresaltó. De pronto tuvo la cara de Sephiroth a pocos centímetros de la suya.

– ¿Por qué te afecta tanto, Tifa? ¿Debo mostrar aquí lo que yace en tu corazón?

Tifa se apartó. Cloud se levantó y señaló a Sephiroth.

– No te creo. Nada de todo esto es verdad.
– Sí.. sí es verdad, Cloud… – intervino Tifa. Miraba al suelo. No quería cruzar su mirada con la de Cloud.
– ¿Qué? ¿Qué dices, Tifa? – el tono de Cloud era de sorpresa y rabia al mismo tiempo.
– No culpes a Tifa, Cloud – Sephiroth disfrutaba con esta escena -. Ja, ja… perdona. Tú nunca has tenido nombre.

Cloud estaba petrificado. El horror podía verse en su cara. Sus pupilas estaban dilatadas y su boca se retorcía en una mueca de dolor y sufrimiento.

– ¿¡Aun no lo entiendes!? – gritó Sephiroth. Entonces sacó algo de su bolsillo. Parecía un papel – ¿Recuerdas la foto que te hiciste en Nibelheim conmigo y Tifa? Si tú tienes razón, deberías aparecer en ella – empezó a caminar hacia Cloud.
– ¡No, Cloud! ¡No lo hagas! – gritó Tifa. Pero sus gritos eran inaudibles para Cloud.
– Echa un vistazo – le ordenó Sephiroth extendiendole la fotografía.

Cloud la tomó. Miró la foto pero él no estaba. Vio a Tifa con su sobrero de paja, y a Sephiroth. Pero a la izquierda había otra persona. Estaba el muchacho que había visto anteriormente. Llevaba su misma ropa y tenía la misma pose que había tomado él para tomarse la fotografía.

– ¿Por qué haces esto? – le preguntó Cloud casi implorándole. Tenía la voz ronca.
– Para devolverte a tu auténtico yo. Al que me entregó la Materia Negra. Piensa Cloud: tú nunca ingresaste en SOLDADO.

Mientras estas palabras retumbaban en los oídos de Cloud, Sephiroth se evaporó. Cloud intentó recordar el día en que ingresó en SOLDADO, pero sintió un dolor agudo en la sién. Aquel dolor le era familiar. Siempre que intentaba acceder a un recuerdo difuso en su mente lo sentía. Por más que intentó recordar aquel momento, no tuvo éxito.

– Cómo… ¿Cómo llegué a SOLDADO ?
– ¡Cloud!
– ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaah!!! – se agarró la cabeza. Sentía mucho dolor. Se desmayó.

(¿Quién soy?)

«Tú eres tú»

(Pero, ¿Quién es yo?)

«… no eres Cloud»

(Y, ¿Quién es Cloud?)

«Cloud… es Cloud»

(No sé qué hacer…)

«Tranquilo. Déjame a mí. Yo te protegeré»

(¿Quién eres tú?)

«Yo… soy tú»

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