Capítulo XV – Tres

9 noviembre 2007

-¿Qué es esto? – preguntó Tifa mientras se agachaba a recoger algo brillante del suelo. Cloud se acercó y miró el objeto con atención.
– Es evidente. Es Materia.
– ¿Crees que se le puede haber caído a Los Turcos en su huida?
– Es probable. ¿Le puedo echar un vistazo?
– Claro.
– Mmmm… – Cloud cerró los ojos y apretó con fuerza la esfera – Es una buena Materia. Sin duda era de Los Turcos. Se le llama comúnmente Golpe Mortal. Es Materia de habilidad, de ahí el color amarillo.
– ¿Qué hace?
– Esta Materia hará que la fuerza tus golpes se multipliquen por diez. Es muy útil para el combate cuerpo a cuerpo cuando estás desarmado. Ten.
– No, es igual, quédatela.
– Tú la has encontrado, es tuya.

Tifa cogió la esfera con ambas manos y la miró maravillada. El resplandor amarillento iluminaba su cara haciendo que sus pupilas se encogieran. Yuffie lamentó no haber marchado ella la primera, pues su Materia favorita era la de habilidad.

Llegaron al pueblo de Gongaga. Para entrar a la aldea tuvieron que cruzar un pequeño cementerio donde había varias personas lamentando la pérdida de sus seres queridos. La aldea no era mucho más alegre que el cementerio. No había nadie por las calles. Las casas eran pequeñas y en forma cilíndrica, parecían hechas con prisas y bastante improvisadas. Se les podía calificar de cabañas. Al fondo, una visión desoladora de una antigua construcción hecha pedazos.

– ¿Qué es aquello? – preguntó Yuffie a todos y a nadie, apuntando hacia el lugar.
– Antaño fue un reactor de makko – explicó Cloud – Ocurrió… un accidente, y voló por los aires. Mucha gente murió y esta aldea fue arrasada. Hace ya tres años, creí que esto estaría en mejor estado.
– ¡Malditos Shin Ra! – dijo Barret golpeando una roca. Esta reacción era tan habitual en él que ya nadie le hacía caso – Allá donde van siembran la destrucción y la muerte.

Nadie se atrevió a contradecirle, entre otras cosas, porque era cierto. Decidieron dejar lo de la cantina para otro momento, pues el pueblo no parecía estar en su mejor momento, ni presentaba signos de querer mejorar en mucho tiempo. Dieron media vuelta y se cruzaron con un matrimonio mayor que venía del cementerio. La mujer se plantó delante de Cloud y lo miró fijamente.

– Perdona, muchacho… – era la tristeza hecha voz – ¿Eres miembro de SOLDADO ?
– Lo fui, ¿Por qué? – preguntó Cloud un poco confuso.
– Tus ojos… tienen ese brillo… ¿No conocerías por casualidad a un muchacho llamado Zack?
– Zack… – Cloud intentó hacer memoria. Notó un pinchazo en la sien tan fuerte que no pudo evitar cerrar los ojos y ladear la cabeza. «¿Zack? Nunca he oído ese nombre. Sin embargo, me resulta tan familiar…» – Me temo que no – respondió finalmente.
– Vaya… es mi hijo, ¿Sabes? Se marchó hace 10 años a la ciudad porque le disgustaba la vida en el campo. Dijo que se enrolaría en el ejército de Shin Ra y que devendría un miembro de SOLDADO. Desde que se marchó no hemos vuelto a saber de él – la mujer suspiró amargamente -. Supongo que está muerto – Cloud la miró inexpresivamente -. Bien, gracias de todas formas. Adiós – El matrimonio se marchó hacia su casa.

El sonido de un helicóptero hizo que todos miraran al cielo. Era inconfundible. Era el sonido de un helicóptero de Shin Ra. El helicóptero pasó raudo sobre sus cabezas en dirección al reactor destruido. Una vez allí, empezó a descender.

– ¡Son los Shin Ra! – exclamó Barret anunciando lo evidente.
– Vienen a llevarse a Leno y a Ruda – dijo Tifa.
– Eso si no tienen algún otro propósito – repuso Cloud.
– ¿Qué hacemos? – preguntó Tifa. Era una proposición encubierta de ir a ver qué ocurría.
– Irnos – dijo secamente Cloud.
– Yo quiero ver qué traman – dijo Yuffie como si eso no supusiera un peligro.
– Sí, vayamos y averigüemos qué les trae aquí – gruñió Barret.
– Podríamos ir, quizá averigüemos algo sobre sus planes o sobre Sephiroth – dijo Tifa mirando a Cloud arqueando las cejas.
– Somos demasiados, nos descubrirían. Creo que lo más sensato sería enviar a alguien.
– Iré yo – dijo Yuffie sacando pecho.
– Yo también quiero ir – rogó Tifa.
– Mejor que vaya Tifa, ella conoce al personal de Shin Ra. Si hay alguien que nos interese podrá identificarlo.
– ¡Sí! – Tifa alzó el brazo en señal de triunfo.

Tifa se marchó corriendo. A medida que se acercaba, caminaba más agachada. Se estaba aproximando al helicóptero. Había un hombre allí. Iba trajeado y tenía el pelo largo. «Zeng, sin duda». No pudo evitar recordar con dolor el momento en que conoció a Zeng en persona. Ella estaba con Cloud y Barret en lo alto de la columna que sostenía el sector 7, en Midgar. Zeng llegó en el mismo helicóptero, con Aerith como prisionera. Sintió rabia. Le hubiera gustado salir y darle a Zeng su merecido, pero enseguida volvió al mundo real y recordó que Zeng era el más poderoso de Los Turcos.
Dio un pequeño rodeo y encontró una enorme placa de hierro con un boquete que le servía para esconderse y poder observar lo que ocurría sin problemas. Al fondo, de entre los escombros, apareció una mujer. Llevaba un vestido color vino que podría valer más que todo Gold Saucer. Era rubia y llevaba el pelo recogido. Carísimas joyas colgaban de su cuello y sus muñecas. Era Scarlata.

– ¡Basura! – gritó enojada – Nada más que basura. Esto es lo mejor que he encontrado – dijo mostrándole lo que llevaba en la mano a Zeng que apenas se inmutó – Qué se puede esperar de un montón de basura… ¡Más basura! – tiró el objeto al suelo.
– ¿Nos vamos? – dijo Zeng ajustándose el traje.
– Pero no importa – prosiguió Scarlata como si Zeng no hubiera dicho nada – Rufus ha desviado muchos fondos hacia mi departamento debido a lo de Hojo. Pronto la investigación sobre el arma definitiva dará sus frutos… ¡Pero necesito la Materia Enorme! ¿Dónde demonios se encuentra?
– La encontraremos. Me pondré a ello inmediatamente.
– Si sólo tuviera una pequeña parte… el arma perfecta podría ser construida. Sólo faltaría esperar que ese bobo de Heidegger supiera usarla – Scarlata vio como a Zeng se le torcía un poco el labio – Lo siento, olvidaba que era tu jefe. No me negarás que es estúpido de todas formas – Zeng no dijo nada -. Está bien, larguémonos de aquí. Esto apesta.

Se subieron en el helicóptero y se marcharon. Tifa corrió a ver qué había lanzado Scarlata y volvió a reunirse con los otros a la aldea de Gongaga. Estaban sentados en unos bancos, cerca de la casa del matrimonio con el que se habían cruzado hacía un rato.

– ¿Has averiguado algo? – preguntó Barret ansioso.
– No lo sé, no entiendo mucho. Scarlata hablaba de construir un arma. «El arma definitiva», decía. Pero necesita algo. Una Materia. Materia grande, Materia Enorme.
– ¿Materia Enorme? – dijo Yuffie con la mirada perdida. Sin duda, se estaba imaginando qué tipo de Materia podría ser aquella. Quería tenerla.
– ¿Nada sobre Sephiroth? – interrogó Cloud.
– Nada.
– Está bien – dijo Cloud incorporándose – Vámonos.
– ¿Adónde vamos? – preguntó Aerith distraídamente mientras observaba una mariposa que se le había posado sobre la rodilla.
– Nos dirigimos a Cañón Cosmo. Si no me equivoco – dijo Cloud mirando a Red -, nuestro amigo Red abandonará el viaje una vez lleguemos allí.
– Así es – asintió el animal.
– ¿Seremos bienvenidos allí? Sé que es un lugar especial.
– Hablaré con mi abuelo. Estoy aquí gracias a vosotros, lo menos que podemos hacer en agradecimiento es acogeros en Cosmo el tiempo que queráis.
– Cañón Cosmo… – balbuceó Barret soñadoramente.

Volvieron al buggy que seguía aparcado en los lindes del bosque. Tifa introdujo el código de seguridad y las ruedas se desbloquearon. El techo se abrió y Cait Sith asomó gritando, lo que sobresaltó a más de uno.

– ¡Haz eso una vez más y te dejo como un colador, maldita máquina! – gritó Barret apuntándole con su brazo-arma.
– ¡Creí que me habíais abandonado aquí! – repuso el robot.
– Y te asustaste, ¿no? – dijo burlonamente Yuffie.
– ¡Eh! – exclamó Aerith – No os metáis con él – se metió dentro del buggy y abrazó al pequeño gato con botas y corona – Pobrecito…
– ¿Conduzco yo? – le preguntó Tifa a Cloud. El ex-SOLDADO salió de su ensimismamiento y asintió con la cabeza.
– ¡Yo quiero ir de copiloto! – dijo Yuffie – Aún no he ido delante.

Cloud se encogió de hombros y pasó detrás. Tifa metió el cristal en el hueco triangular y el motor de makko se inició con un sonido agudo. Aceleró a fondo y pronto Gongaga se perdió en el horizonte.

4 respuestas to “Capítulo XV – Tres”

  1. Kuraudo said

    Sexto párrafo

    Desde que se marchó no hemos vuelto a saber de él – la mujer suspiró amargamente -. Supongo que está muerto Cloud la miró inexpresivamente -. Bien, gracias de todas formas. Adiós – El matrimonio se marchó hacia su casa.

    Falta un guión antes de «Cloud la miró…»

    [«Preciosa» la pelea con Leno…casi lloro =P]

    Excelente capítulo ;)

  2. tuseeketh said

    Kuraudo,

    y así era, faltaba un guión. Me alegro de que te gustase la pelea con Leno, siempre es un reto narrar ese tipo de duelos de titanes.

  3. Yomi said

    Una pregunta ociosa, no he terminado de leerla, pero las materias de invocación que te has dejado por el camino (Choco-Mog, Ramuh, Titán) las incluirás más adelante o simplemente porque no pudiste meterlas en la historia?

  4. tuseeketh said

    Yomi,

    Titán la incluí, pero las otras invocaciones no van a aparecer. Simplemente hice una selección.

    Saludos.

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