Capítulo XV – Dos

9 noviembre 2007

Bajaron del buggy y agradecieron un poco de aire fresco. Estaban un poco saturados del ambiente seco del desierto. La humedad en el área de Gongaga era considerable y, al haber pasado ya el ocaso, la temperatura había bajado lo suficiente como para que el agua se condensara en las hojas de las plantas en forma de pequeñas gotas.

La fauna de la zona era algo extraña. Algunos animales mostraban sólo un ojo y otros no tenían una forma definida. A Aerith le pareció ver a un grifo corriendo velozmente a lo lejos, pero pensó que eran imaginaciones suyas. Crecían allí unas plantas que daban una flor de color púrpura que emitía una fragancia agradable. No convenía, por cierto, regocijarse demasiado oliéndola, pues podías perder la memoria. Acamparon al aire libre. Red cazó algunas bestias salvajes para cenar. Encendieron la hoguera de rigor y empezaron a cenar.

– Oye, Cloud – dijo Red. Era extraño que el felino iniciara una conversación. Por lo general, era bastante reservado y siempre estaba distante – He de preguntarte algo.
– Adelante.
– Últimamente sueño siempre con lo mismo. Creo que no es normal. Veo… un infierno de llamas que me rodean. Siento un calor tan real que me cuesta respirar. Entonces, una criatura surge entre las llamas. No es de este mundo. Me hace un gesto con la mano y más tarde se desvanece.
– Es curioso, porque no eres tú quien debería tener ese tipo de visiones.
– ¿Cómo? – preguntó Red totalmente desconcertado.
– Tienes afinidad con la Materia de invocación que Yuffie encontró en el barco de Shin Ra. Por eso ves a esa criatura.

Red ató cabos. Yuffie se llevaba bien con él y a veces dormía recostada en su lomo. Nunca había experimentado tal afinidad con ningún tipo de Materia.

– Eres afín al fuego, de eso no hay duda. La criatura debe haberlo percibido. Si Yuffie te di… – Cloud lo pensó mejor – te dejara esa Materia es posible que obtuvieses un poderoso aliado.

Yuffie miró a todos sin mover la cabeza. Cuando se trataba de Materia no tenía amigos. Era adicta a ella. Ciertamente, era incapaz de usar esa Materia de invocación y su maestro le había sugerido que la entregase a otro miembro de su grupo. Aceptó.

– Espero que si estamos en problemas ese bicho nos salve el culo, amigo – le dijo Barret a Red mientras se echaba un trozo de carne a la boca.

Ya entrada la noche se quedaron dormidos. Red se deshizo de su pesadilla. Pero él no era el único que las tenía. Un pueblo arrasado. Un pueblo en llamas. Una figura miraba a Cloud desde el fuego.
Cloud se despertó sobresaltado, haciendo que Tifa y Yuffie se despertaran también. Tras unos bostezos y estiramientos, decidieron visitar a pie el pueblo de Gongaga para aprovisionarse un poco antes de partir.

Siguieron un sendero a través del bosque que rodeaba el pueblo. Llegado el mediodía se encontraron en una bifurcación. Había alguien sentado allí. Dos personas, trajeadas. El uniforme era inconfundible. Eran Leno y Ruda de Los Turcos. Se pusieron en pie y avanzaron con aire chulesco. Leno se crujía los dedos de los puños.

– Ya era hora – dijo Ruda con su voz grave y autoritaria.
– ¿Cómo estás, Strife?¿Preparado para acabar lo que empezaste en el sector 7?

Cloud dio un paso al frente.

– ¿Te refieres a la batalla de la que te retiraste? – dijo Cloud socarronamente.
– ¿Crees que me fui por miedo a perder frente a ti?
– Eso lo has dicho tú – Leno apretó los puños. Estaba furioso – Es curioso, a simple vista diría que me odias. Creí que a Los Turcos se les entrenaba para no sentir emociones que pudieran interferir en su forma de luchar.
– Qué sabrá un miembro de SOLDADO del entrenamiento de Los Turcos – Leno sacó su vara – A éste déjamelo a mí, Ruda.
– Como quieras – Ruda se cruzó de brazos. No parecía tener intención de intervenir.

Cloud sacó la espada y se puso en posición de ataque. Sabía que se enfrentaba a alguien que era mucho más poderoso que él. Aunque Leno no era el Turco más poderoso, no había forma de que Cloud obtuviera la victoria. Si sus amigos intervenían en la batalla, también lo haría Ruda, que era mucho más poderoso que Leno. Ruda era capaz de acabar con Aerith, Tifa y Barret en cuestión de segundos. Quizá Red y Yuffie se le resistieran algo más. Por más que lo pensaba, no encontraba ninguna forma de ganar esa batalla. Pero, ¿Qué hacían Los Turcos en las afueras de Gongaga? Parecían estar esperando.

Leno atacó primero. Su vara dúctil empezó a repartir latigazos por doquier. Cloud intentaba esquivarlos, pero el brazo de Leno se movía tan deprisa que apenas podía verlo. Tras varios golpes certeros Cloud aulló de dolor y cayó al suelo. Parecía tener algún hueso roto.

– Parece ser que sólo sabes hablar, porque en la lucha dejas mucho que desear – dijo complacido Leno.

Todos miraban la escena con atención. Siempre que veían luchar a Cloud creían que era imposible que existiera alguien más poderoso que él. Sin duda, Leno lo era. Ni Cloud podía rechazar sus golpes.

– Míralo, ni siquiera me has tocado.
– Yo no estaría tan seguro – dijo Cloud incorporándose, apoyándose en su espadón.

Leno se miró la pantorrilla y vio un hilo de sangre. Miró a Cloud lleno de rabia. Cloud palmeó la mano y un potente rayo fue directo hacia Leno, que lo paró sin problemas con su vara que parecía absorberlo.

– ¡Necio! – gritó con una sonrisa que denotaba algo de locura – ¡No puedes hacerme nada!

Cloud saltó por encima de Leno y, con los pies apuntando al cielo, intentó un ataque aéreo. Leno rechazó varios golpes pero… ¡Qué astuto había sido Cloud! El sol le daba de lleno en la cara y lo cegó por completo. Cloud aprovechó el momento y le propinó un espadazo en la espalda que le dejó un corte considerable. Leno se arrodilló.

– Te vas a enterar… – masculló.

El Turco alzó ambas manos y un pequeño montículo de tierra apareció detrás de Cloud, acorralándolo. Acto seguido empleó otra magia que dejó a Cloud ciego temporalmente. Tenía los ojos abiertos, pero sólo veía oscuridad. Se concentró en su oído. Pudo distinguir el sonido característico de alguien que usa Materia. Por el sonido parecía ser fuego. Se cubrió con su espada y paró una bola de fuego que iba directamente hacia su pecho.

– ¡Detrás! – gritó Tifa.

Cloud dio un espadazo hacia atrás pero sólo le dio al aire. Leno se apartó justo a tiempo. Ruda sonreía complacido. El espectáculo le agradaba. El ex-SOLDADO respiró hondo y miles de rayos cayeron desordenadamente a su alrededor. Leno dio un salto hacia la roca y se apoyó para impulsarse más lejos. Cloud había conseguido ahuyentar a Leno, pero el esfuerzo le había dejado exhausto.

– Eres muy hábil, Strife. Pero se acabó.

Corrió hacia Cloud y con dos movimientos precisos de su vara hizo que soltara su espada. Ahora el ex-SOLDADO estaba ciego e indefenso. Leno le apuntó con su varita y un rayo salió de ella, impactando de lleno en Cloud.

– ¡Aouh!

El grito no fue de Cloud, sino de Leno que dejó de inmediato de electrocutar a su contrincante que se desplomó en el suelo. El Turco tenía otro corte que le cruzaba toda la espalda en diagonal. La sangre salía a borbotones.

– ¡Deja a Cloud, escoria!

Yuffie notó como las piernas habían empezado a temblarle.

– ¡Qué osada para ser una niña tan pequeña! Acabas de meterte con un Turco, ¿Sabes lo que eso significa?
– ¿Que soy mejor persona?
– Veo que necesitas que alguien te enseñe algo de educación.

Leno echó a correr hacia Yuffie. Ella le envió varios cortes con su arma, pero Leno parecía verlos venir y los esquivaba uno tras otro. Se plantó frente a ella y, con una patada alta, hizo que diera varias vueltas antes de caer al suelo. La chiquilla sentía un dolor insoportable en la sién. No se explicaba cómo había podido darle una patada sin que ella hubiera podido verlo siquiera.
El Turco la apuntó con su vara y un enorme rayo cayó sobre Yuffie. Nada pasó. El rayo pareció ser absorbido por la muchacha como por arte de magia.

– ¡Je! – dijo ella en tono triunfante mientras se incorporaba y adoptaba de nuevo su posición de ataque – Yuffie Kisaragi es una caja de sorpresas.
– ¿Kisaragi? De modo que eres descendiente del clan ninja más poderoso de Wu-Tai – todos miraron a Yuffie con renovado interés.
– Así es, así que ándate con cuidado.
– No te creas una gran luchadora sólo porque tus papás te hayan echo regalos tan buenos como ese cachivache que acaba de salvarte la vida. La fama no lo es todo.
Entonces se oyó el sonido de un arma disparando y Leno estiró ambos brazos hacia delante casi por instinto.
Las balas de Barret rebotaron en una barrera mágica que acababa de aparecer por arte de magia frente al Turco. Cada vez que una bala alcanzaba la barrera, ésta se hacía visible con un destello irisado y más tarde grisáceo. Luego volvía a desaparecer. Ruda, tan rápido que ningún ojo humano podría haberlo visto, corrió y le asestó un puñetazo a Barret que le hizo volar por encima de las copas de los árboles. Se quedó allí plantado ajustándose las gafas de sol mientras Aerith corría para sanar a Barret.

– ¿Algún estúpido más con ansias de protagonismo? – gritó Leno. Estaba enojado de veras. Miró con desprecio al resto del grupo.

En ese momento la tierra empezó a temblar y frente a los Turcos surgió un bloque de hielo enorme con una bella mujer helada en su interior. Leno cayó al suelo y se echó atrás arrastrándose y Ruda descruzó los brazos. La temperatura bajó al menos veinte grados súbitamente. El bloque se partió en mil pedazos y la mujer echó una severa mirada a los dos Turcos. Incluso su mirada era gélida. Cuando ella miraba a alguien, un frío sobrenatural se apoderaba de cada uno de los músculos de su cuerpo. Sus ojos inescrutables parecían no tener fondo. Alzó la mano y un bloque de hielo recubrió a Leno antes de que éste pudiera reaccionar.

Todos excepto Tifa estaban estupefactos ante la aparición de tan hermosa y bondadosa criatura. Tifa, quien se había dado cuenta de lo que estaba pasando, miró a Cloud que estaba arrodillado con la mano alzada. En ese momento un vínculo entre la mente de Cloud y la de Shiva hacía que pudieran comunicarse sin necesidad de pronunciar palabra.

Ruda se acercó a donde estaba Leno congelado y de un solo puñetazo hizo estallar el bloque de hielo que lo retenía. Leno tiritaba y tenía la mirada perdida. El hielo de Shiva no era un hielo corriente. Si permanecías en él unos segundos, morías sin remedio. Leno, no obstante, era un sujeto realmente resistente, aunque tenía secuelas evidentes. Ruda se cargó a Leno sobre el hombro y miró a través de sus gafas de sol a Cloud con un rostro inexpresivo. Los Turcos no contaban con que un grupo errante como aquél llevara consigo Materia de invocación. El elemento sorpresa había hecho que Leno estuviera ahora en una situación comprometida.

Shiva alzó los brazos hacia y el cielo y luego los dejó caer pesadamente. Una lluvia de estacas de hielo cayó directa sobre Ruda. El Turco, sin apenas inmutarse, rompió todas las estacas que se le acercaban demasiado. Ni siquiera le fue necesario usar los puños para hacerlo, sólo sus piernas. Cuando el ataque acabó, Ruda echó a correr hacia el bosque, pero un enorme muro de hielo surgió frente a él, impidiéndole escapar. Entonces, notó un frío terrible en su interior. Se miró el abdomen y vio como una lanza hecha de hielo le había atravesado el vientre. Sentía como sus fuerzas se desvanecían paulatinamente. Fue en ese instante cuando Shiva se desvaneció, convirtiéndose en polvo azulado, así como todo el hielo que ella había creado, incluyendo la lanza que había lastimado a Ruda. Cloud cayó al suelo inconsciente y Tifa corrió en su ayuda.

La temperatura volvía a ser agradable y los sonidos del bosque volvieron a escucharse. No había rastro de Los Turcos. Se habían desvanecido entre el polvo azulado, como sal que se diluye en agua.

– ¿Están muertos? – preguntó Barret que regresó junto a Aerith bastante recuperado.
– No, han escapado – respondió Red quien parecía tener una vista más penetrante que el resto.

Cuando vio lo que había sucedido, Aerith se reunió con Tifa y Cloud y extendió sus manos sobre el pecho del ex-SOLDADO. La Materia curativa empezó a hacer efecto. Los cortes de Cloud empezaron a cicatrizar rápidamente y pronto recuperó la consciencia.

– ¿Dónde están?
– Tranquilo, cariño, tu ataque les ha ahuyentado – le dijo Aerith mientras le acariciaba la mejilla. Se agachó un poco más y le besó en la frente. Cloud se ruborizó y se sintió incómodo – ¿Te encuentras bien?
– Sí – Cloud miró a Tifa que tenía mala cara – ¿Estás bien, Tifa?

Tifa cambió su expresión radicalmente y sonrió.

– Muy bien, Cloud – Cloud asintió.
– Siento no haber podido ayudar – dijo Red que se acercaba arrastrándose pesadamente hacia donde estaba Cloud. Llevaba el rabo arrastrando por el suelo.
– Tranquilo, has sido sensato. Los Turcos son un enemigo demasiado poderoso. Ha sido una suerte que sigamos vivos. De ahora en adelante debemos vigilar mejor nuestros pasos. Parece ser que nos han rastreado.
– ¿Qué tal si vamos al pueblo y charlamos en una cantina, mejor? – propuso Yuffie.

Todos asintieron y pusieron rumbo al pueblo.

4 respuestas to “Capítulo XV – Dos”

  1. Kuraudo said

    Tercer párrafo

    – Es curioso, porque no eres tú quien debería tener ese tipo de visiones.
    – ¿Cómo? – preguntó Red totalmente desconcertado?

    Creo que el «?» al final sobra

    Pelea con Leno

    Tenía los ojos abiertos, pero sólo veía oscuridad. Se concentró en su oído. Pudo distinguir el sonido característico de alguien que usa Materia. Por el sonido parecía ser fuego. Se cubrió con su espada y paró una bola de fuego que iba directa hacia su pecho.

    Esta bien pero como sugerencia tal vez estaría mejor «directamente»

  2. tuseeketh said

    Kuraudo,

    corregido. He hecho caso de tu sugerencia.

  3. sombrita2.0 said

    ^^ Segundo párrafo, primera línea: es «ojo», no «hojo».

  4. tuseeketh said

    sombrita2.0,

    muy cierto. Paso demasiado tiempo pensando en Final Fantasy ;)

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