Capítulo XV – Curiosa coincidencia

9 noviembre 2007

«Estimado Cloud Strife,

Si estás leyendo esto es que has ganado la carrera y, además, de una forma limpia. Siento las molestias que habéis sufrido tú y tus compañeros por culpa de todo este malentendido. Ster y mi encargado de ahí abajo me han contado lo sucedido con Dyne.

Como compensación, te dejo en este sobre algo de dinero (espero que sea suficiente) y un buggy que te está esperando ahí abajo. Espero que todo esto te sea de ayuda y que nos podamos considerar en paz a partir de ahora. Las puertas de Gold Saucer estarán abiertas para ti y tus amigos de ahora en adelante.

Siento no poder disculparme en persona pero, como debes suponer, soy un hombre sumamente ocupado.

Firmado: Dio, dueño y director de Gold Saucer.

PD: He visto a Sephiroth, ¡debe tener miles de fans! Lástima que haya tenido que marcharse. Ha ido hacia el sur, si le ves, ¿Podrías pedirle un autógrafo? Es para mi sobrina. Gracias.»

A Cloud le llamó la atención que Dio nunca mencionara la cárcel de arena que había debajo de su parque. Siempre se refería a la prisión como «ahí abajo». No sabía si lo primero había sido la cárcel o el parque, pero en cualquier caso era curioso que ambas cosas convivieran tan cerca.

– Eres un gran jinete. Si algún día decides competir en serio con tu propio chocobo, yo seré tu manager. Espero verte algún día.
– Lo pensaré.
– ¡Adiós!

La puerta del ascensor se cerró y Cloud bajó en silencio, pensando en lo injusto que había sido tener que competir cuando Dio ya tenía conocimiento de su inocencia. Pensó en lo que dijo «…me han contado lo sucedido con Dyne.». De modo que no fue Barret quien asesinó a toda aquella gente. Pero, ¿Por qué no lo había dicho? Quizá quería mantener la memoria de su amigo. En cualquier caso, estaba claro que Dyne era un enfermo mental y que entraba y salía de la prisión a placer. Cloud sabía que era cruel, pero pensaba que era mejor que Dyne estuviera muerto.

Cuando llegó abajo todos estaban muy emocionados. Le felicitaron por la carrera y empezaron a hablar del buggy que les había regalado Dio. Un buggy era un vehículo todoterreno con unas ruedas tan grandes como un chocobo. Con aquel vehículo podrían atravesar el desierto y el río del sur y podrían dar caza a Sephiroth más fácilmente. Después de todo, Dio no se había portado tan mal.

Lo llevaron hasta el buggy que estaba custodiado por varios guardias. Era de color rojo y el techo, de cristal. Éste se elevaba al pulsar un botón para que todos se subieran. Desde luego era un último modelo.

Llevaban horas cruzando el desierto a toda velocidad. Era increíble como el buggy pasaba por encima de las dunas sin apenas inmutarse. La temperatura dentro del buggy era fresca, pues tenía climatizador. Conducía Tifa, y a su lado iba Barret. Detrás iban sentados Aerith, Cloud y Yuffie. Tras los asientos había un hueco considerable donde pudieron colocar las mochilas y aun sobraba espacio para Red y el robot que parecía haberse autodesconectado temporalmente.

– Tienes mala cara, Barret – le dijo Tifa – ¿Ocurre algo?
– No lo sé, Tifa… – Barret usaba un tono mucho más amable cuando hablaba con Tifa que con cualquier otra persona – Creo que soy escoria.
– ¿Por qué dices eso?
– No lo sé. Allá donde voy traigo muerte y destrucción. Primero, acabé con Corel. Por mi culpa Shin Ra se instaló allí y destruyó el pueblo.
– No es tu culpa, son los Shin Ra…
– Segundo – interrumpió Barret -, me fui a Midgar y fundé Avalancha. Me instalé el brazo arma y decidí combatir a los culpables de mi desgracia en su propia casa. Derribaron todo un sector sólo para acabar con Avalancha y miles de personas inocentes murieron. Por mi culpa Biggs, Wedge, Jesse… – a Barret se le humedecían los ojos.
– Pero Barret, Shin Ra fue quien decidió…
– Tercero – volvió a interrumpir -, vuelvo a Corel y hago que mi amigo Dyne se suicide.
– Dyne no estaba bien…
– Creo que lo mejor sería que me quedase aquí en mitad del desierto para no provocar la muerte de nadie más.

Se hizo un silencio incómodo en el buggy.

– Menudo líder – dijo Cloud.

Barret se giró con los ojos inyectados en sangre.

– ¿Vas a hacer que la muerte de toda esa gente, incluyendo a Biggs, Jesse y Wedge, sea en vano? Ellos creían ciegamente en ti y en tu causa. Dieron su vida por los ideales de Avalancha y tú ahora quieres abandonar. ¿Crees que ellos, allá donde estén, lo aprobarían?

Barret hizo ademán de responder pero no dijo nada. Su cara cambió de expresión. Frunció el entrecejo y miró al horizonte. Aerith cogió de la mano a Cloud y apretó fuerte. Cloud la miró y ella le hizo un gesto con el pulgar. Supuso que aquello significaba que su discurso había sido acertado. Por primera vez alguien aprobaba su forma de pensar.

Pasaron largo rato en silencio. Cuando la luz del día empezaba a declinar, vieron al fin el final del desierto. Parecía que alguien hubiese dibujado una línea para separar el desierto de la pradera. El cambió era radical.
Cuando estaban llegando ocurrió algo inesperado. Un enorme gusano del desierto apareció justo delante del buggy y Tifa tuvo que hacer un trompo para esquivarlo. El gusano voló un instante y luego volvió a sumergirse en la arena como si de agua se tratase.

– ¿Qué ha sido eso? – preguntó Red que acababa de despertar de un apacible sueño.
– Un gusano del desierto – respondió Yuffie – Tranquilo ya se ha ido.

Entonces el gusano volvió a emerger a la derecha del buggy, pero esta vez se quedó fuera. Su cabeza apuntaba directamente hacia ellos. Como no tenía ojos, era imposible saber si les había visto o no. En cualquier caso, Tifa subió la palanca de aceleración al máximo. El buggy pasaba por encima de las dunas a modo de rampa, describiendo luego un movimiento parabólico hacia el suelo. El gusano los empezó a seguir.

– ¡Joder! – dijo Barret que miraba por la pantalla retrovisora del panel.

El gusano escupía enormes torrentes de ácido que Tifa esquivaba con algún que otro trompo bastante arriesgado. Era una conductora excelente.

– ¡Abre el techo! – dijo Barret mientras toqueteaba su brazo-arma – Vamos a ver qué tal le sientan las granadas a este cerdo.

Tifa abrió el techo y Barret subió y se dirigió a la parte trasera. Vio como el gusano se hundía en la arena y volvía a salir a toda velocidad. La boca del animal era tan grande que podría haberse tragado el buggy entero de un bocado. Apuntó y una granda salió disparada de su brazo-arma. Por desgracia el gusano se hundió en el preciso instante que la granada iba a alcanzarle.

– ¡Mierda!

El gusano volvió a emerger arrojando un torrente de ácido directo hacia el buggy.

– ¡Barret!¡Agárrate!

Pero Barret no encontró nada para agarrarse antes del trompo y cayó rodando al desierto. El Buggy giró sobre sí mismo varias veces y luego Tifa logró enderezarlo.

– ¡Barret se ha caído!¡Frena! – gritó Aerith horrorizada.

El gusano se detuvo al ver a Barret tirado en el suelo. Estaba boca abajo, con la cabeza hundida en la arena. Sin pensárselo dos veces se lanzó para devorarlo, pero en el último instante Barret se dio la vuelta y le metió una granada por la boca que estalló y convirtió al animal en papilla.

– Nadie se mete con el líder de Avalancha, gusano inmundo – escupió. Estaba lleno de sangre.

Volvieron para buscarle con el Buggy y todos le elogiaron. Barret se sentía mejor después de aquello.

Atravesaron las praderas y llegaron al río. Tras algunas discusiones sobre si el buggy podría atravesarlo o no, decidieron hacerlo. Lo pasaron sin problemas. Después de una pausa, Cloud relevó a Tifa al volante y Barret se sentó detrás con los otros. Red volvió a dormirse enroscado. Tras varias horas sin incidencias, Gongaga se cruzó en su camino. Decidieron hacer una pausa e investigar la zona (el aburrimiento era considerable dentro del buggy). Lo que no sabían era que una desagradable sorpresa les esperaba allí…

2 respuestas to “Capítulo XV – Curiosa coincidencia”

  1. Kuraudo said

    Último parrafo tercera línea, barret es nombre propio (mayúscula).

    Solo eso =P

  2. tuseeketh said

    Kuraudo,

    corregido. Había otro párrafo más arriba donde también estaba en minúscula.

Deja un comentario