Capítulo VIII – Cuatro

7 noviembre 2007

El calor dentro del reactor era sofocante. El sonido de engranajes gigantes ensordecía a Cloud. El nivel de mako era elevado, pero ni Cloud ni Sephiroth sentían síntoma alguno.

Bajaron por una escalera de mano. Caminaron por un tubo bastante grande que estaba lleno de moho. Todo estaba enrobinado.

– Esto es realmente viejo – dijo Cloud.

Entraron a una sala que había a mano derecha. Sephiroth decía que no sabía donde estaba la avería, pero acertó a la primera. Tenía un sexto sentido para todo.

Era una sala subterránea. Parecía un estadio repleto de gradas, sólo que en lugar de gente había unos recipientes conectados a un tubo. Había recipientes que habían reventado literalmente y el mako manaba a borbotones.

– He aquí el problema. Cloud, cierra aquellas válvulas.

Cloud se dirigió adonde estaba el problema. Cerró las válvulas que regulaban el mako y el problema se solucionó. Volvió con Sephiroth que estaba apoyado contra la pared. Parecía tener dificultades para respirar.

– ¿Ocurre algo, Sephiroth?
– ¿Sabes por qué los miembros de SOLDADO somos distintos?
– No.
– Somos personas normales expuestas a un alto nivel de mako cuando nacemos. Una idea del profesor Gast. De ahí el color de nuestros ojos – Cloud miraba a su compañero sin entender qué quería transmitirle – Cuando era pequeño siempre supe que era diferente a los demás. Hacía daño sin querer, rompía las cosas sin siquiera tocarlas. Entonces ellos me reclutaron – hizo una pausa – Echa un vistazo por esa ventanilla.

Cloud se puso de puntillas para mirar a través de la ventanilla de la cápsula. Dentro vio a un hombre con la cara deforme. Tenía la piel azul y tan dura como la piedra. Su mirada era de desesperación. Era un monstruo.

– ¿Qué… qué es eso?
– Es un hombre, como tú y como yo, expuesto a un nivel de mako muy superior. Cuando expones un ser vivo a un nivel demasiado alto de mako sufre una mutación. Algunas veces puedes crear un ser superior, otras… lo que ves – Sephiroth dio un golpe contra la pared – Maldito profesor Hojo, ¡Un científico debería saber lo que hace! ¡AAAAAAAAAAGH! – Sephiroth sacó su larga espada y de un sólo corte reventó toda una hilera de cápsulas. De ellas salieron aberraciones creadas a partir de seres humanos, criaturas inmundas y deformes, llenas de pústulas y arrugas. No podía saberse cuanto tiempo debían llevar expuestas a ese nivel de mako. Su vida ya no era vida, su cerebro y su corazón (si tenían) seguían funcionando, pero su alma se había desvanecido para siempre. Ahora eran seres horribles cargados de odio por los seres humanos sanos. Sephiroth extendió el brazo y todas las criaturas murieron calcinadas al instante – ¿FUI YO… FUI YO CREADO TAMBIÉN DE ESTA FORMA? – Sephiroth extendió los brazos y el reactor pareció venirse abajo. Todo temblaba y las capsulas reventaban desintegrando a las criaturas que albergaban en su interior. El suelo se hundía y las placas del techo caían estrepitosamente. Cloud sintió miedo. Los ojos de Sephiroth eran totalmente blancos.

Una última placa cayó al suelo dejando al descubierto la entrada a una estancia secreta. Había un gran letrero en la puerta: «JENOVA».
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– Y mientras, tú, Tifa, ¿esperabas fuera?
– Sí…
– Volvimos a Nibelheim. Sephiroth se confinó en la mansión Shin Ra durante días, ignorando totalmente su deber como SOLDADO. Finalmente decidí ir a verle…

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