Capítulo IV – Tres

7 noviembre 2007

Cloud lanzó una estocada que Leno esquivó sin problemas. Otra más fuerte capaz de abrir a Leno en canal dio sólo al aire. La batalla se convirtió en la danza de Cloud con su espada, intentando alcanzar a Leno que sonreía.
Leno dio un salto de varios metros hacia atrás.

– No está mal, no está mal – Leno se echaba el pelo hacia atrás – Pero aun tienes mucho que aprender, muchacho.

Saltó hacia Cloud y empezó a repartir latigazos con su vara dúctil, que parecía crecer y menguar al antojo del Turco. Cloud los paraba como podía, pero la fuerza con que Leno le atacaba estaba destrozándole los brazos. El último revés de Leno hizo que Cloud dejara caer su espada.

– A ver si esto te enseña a no entrometerte en los asuntos de Shin Ra – le apuntó al cuello con la vara – Y menos aun en los de Los Turcos.

En ese momento subieron Barret y Tifa. Cloud los miró de reojo. Barret parecía totalmente curado. Seguramente Tifa había gastado todas sus pociones. «Maldita sea, le di mi materia curativa a Aerith».

– ¡Suéltale sabandija! – gritó Barret apuntándole con su brazo-arma.
– Barret, ¡no! Es uno de Los Turcos, no puedes hacer nada contra él.
– Por muy fuerte que sea nadie resiste un balazo en la cabeza – dijo apuntando hacia Leno – ¡aaaaaaaaaaah!

Leno dio un salto hacia atrás, guardó el arma y un resplandor verde brotó del suelo que él pisaba. Iba a usar materia.
Barret empezó a disparar. Cual fue la sorpresa de Cloud y Tifa cuando vieron que las balas salían lentamente de la pistola de Barret. Incluso un tomberi podría haber esquivado esas balas. Se dieron cuenta de que no sólo eran las balas, Barret parecía ralentizado.

– Tranquilos, el efecto se va en un rato – dijo Leno – En cuanto a ti muchachita, será mejor que estés quieta mientras acabo mi trabajo.

Apuntó a Tifa con su vara, que emitió un pequeño destello que viajó hasta Tifa. Cuando la alcanzó, una especie de pirámide traslúcida la encerró en su interior. Era una pequeña jaula de energía.

– Bien, ¿Por dónde íbamos? – dijo mirando a Cloud.
– Estábamos cerca del capítulo en que mueres – le respondió Cloud que había recogido su espada de nuevo.
– Veo que eres tan valiente como estúpido. Me hago cruces de que estuvieras en SOLDADO.

Cloud se concentró. Empezó a oír una voz que le hablaba. «Adelante, puedes usar el poder que buscas». Estiró los brazos hacia Reno y el suelo empezó a congelarse. Cuando el hielo alcanzó a Leno empezó a congelarle los pies. Tras varios intentos fallidos de salir de allí, Leno cayó al suelo de forma ortopédica.

– ¡¿Cómo te atreves!?

Cloud corría hacia él. Se disponía a cortarle el cuello cuando Leno le apuntó con su vara y un remolino de aire se llevó a Cloud hacia arriba. Volaba sin remedio lejos de la columna. Una caída desde esa altura era una muerte segura. Desesperado, echó un vistazo alrededor. Había un montón de cables de energía y teléfono fijados en la parte inferior de la placa. De un espadazo cortó algunos cables y se cogió a ellos de milagro.
Bajaba en dirección a la columna al más puro estilo tarzán. Vio que Leno hablaba con Tifa. Se dejó ir y cayó justo detrás de él. En un rápido movimiento le cogió por detrás inmovilizándolo.

– Ahora, Leno, será mejor que desactives la bomba.
– Estúpido. Sigues empeñándote en vivir.

Cloud notó como el cuerpo de Leno empezaba a producirle un cosquilleo en los brazos. El cosquilleo se convirtió en entumecimiento y más tarde en dolor. Tuvo que soltarle. Leno era capaz de usar su materia sin tan siquiera tener contacto visual. Era todo un maestro.

Leno se giró. Un rayo salió de la punta de su arma y alcanzó a Cloud que no pudo esquivarlo. Lo alzó en el aire mientras lo electrocutaba. Tifa miraba impotente como Cloud sufría sin medida envuelto en aquella tormenta eléctrica en miniatura. Cuando Leno se cansó envió a Cloud contra la pared. Tras el choque, Cloud estaba derrotado. Se dejó caer al suelo y esperó el golpe de gracia.

El helicóptero de Shin Ra apareció y alguien llamó a Leno. El Turco se giró y corrió hacia el helicóptero.

– Siento no poder quedarme, chicos, pero esto va a estallar de un momento a otro.

Saltó y se metió en el helicóptero. Otro hombre se dejó ver. Iba vestido igual que Leno, pero llevaba la camisa por dentro y abrochada hasta el último botón. Tenía el pelo largo y una señal en la frente. El hombre llevaba a una muchacha bajo el brazo. Parecía desmayada.

– Maldita sea, acabaré contigo también – Barret se había librado del efecto de la materia de Leno y ahora apuntaba al otro Turco.
– No es una buena idea, me obligarías a lastimar a mi invitada especial – la chica levantó la cabeza. Era Aerith.
– ¡Aerith! – gritó Tifa, que había logrado escapar de su pequeña prisión.
– Vaya, pero si os conocéis y todo – dijo el Turco – Deberíais agradecerme el detalle de poder despediros de ella antes de morir aplastados.
– Tifa, no te preocupes, ella está bien – dijo Aerith.

El Turco le dio un tortazo en la mejilla a Aerith.

– Bien, hemos cumplidos dos misiones gracias a vuestra colaboración – carraspeó – Eliminaros y encontrar a la última de Los Ancianos. Escribidme desde el infierno.

El helicóptero se fue con Los Turcos y Aerith dentro. Una explosión tuvo lugar unos metros más abajo. La columna había empezado a temblar.
Estaban en apuros.

2 respuestas to “Capítulo IV – Tres”

  1. vennus said

    la web donde esta la novela y todos los cap de final fantasy

  2. tuseeketh said

    vennus,

    lo siento, no entiendo qué me quieres decir. ¿Podrías explicarme tu duda?

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