Prólogo – Tres
6 noviembre 2007
Entraron en el reactor sin problemas. Los pasillos estaban completamente vacíos.
-Esto tiene mala pinta, ¿es normal que no haya nadie?
Cloud miró a Barret y le indicó que bajara esa voz. Sabía que este mes le tocaba a ese reactor y al del otro lado de Midgar descansar de actividad. Cuando esto pasa el personal que hay dentro del reactor es mínimo: guardias de seguridad (los cuales, según Cloud, no suponían ningún problema), algunos técnicos de mantenimiento para controlar que no hubiera anomalías y algunas máquinas.
El término máquinas era quizá demasiado general. Cloud prefería dividirlas en robots centinelas y máquinas de asalto. Las que realmente le preocupaban eran las segundas. Esperaba no encontrar ninguna allí.
-Un momento – ordenó Cloud – Por si no lo sabéis, se trata de llegar al nivel más bajo. Si seguimos adelante nos descubrirán. Venid.
Cloud investigó la pared lisa que tenían delante. Tras palparla durante un rato hundió dos dedos sobre la superficie. Una compuerta se abrió.
-¡Es increíble! ¿Cómo lo sabías? Parecía no haber nada ahí… – Biggs estaba emocionado con el nuevo fichaje de Avalancha.
-Os dije que sería útil un ex-Shin Ra – dijo Barret queriéndose apuntar ese tanto como suyo por haber contratado a Cloud. Pero para Biggs parecía haber un nuevo líder en el grupo. Cuando viera lo que Cloud era capaz de hacer esa opinión se consolidaría.
-Estos pasadizos son usados sólo para comprobar algunos aspectos técnicos del reactor. Si todo funciona correctamente no debería entrar nadie. Según mis predicciones podríamos llegar al sistema de ventilación de la penúltima planta a través de estos pasillos. Una vez allí tendríamos acceso al almacén; una sala enorme llena de cajas, barriles, tubos, etc. Obviamente no es lo único que hay allí: seguramente nos esperen algunos robots centinela. Cuando hayamos atravesado el almacén estaremos cerca. Volveremos a hacer planes entonces, ¿alguna pregunta?
Todos negaron con la cabeza con cara de solemnidad. El plan de Cloud parecía tan perfecto y ellos tenían tan poca idea de como era la estructura de aquel edificio que le siguieron sin decir nada.
Los pasadizos eran estrechos y sin iluminación. De vez en cuando debían escurrirse por algún tubo o conducto pequeño.
Barret ya estaba harto de esa situación claustrofóbica. Parecía no acabar nunca aquel descenso tortuoso por conductos y pasillos oscuros.
Llegaron a un descansillo de donde partía un tubo en diagonal bastante largo y bastante estrecho.
-Yo no puedo meterme por ahí – dijo Wedge, que tenía unos quilos de más. Llevaba un pañuelo en la cabeza y un par de granadas al cinto. Parecía ser el más joven y el más inexperto. Para Cloud, esta misión le venía demasiado grande. En realidad le parecía que le venía grande a todos ellos – además, creo que Barret tampoco pasará por ahí.
-¡Yo no pienso quedarme aquí! Para algo soy el líder de Avalancha.
Dicho esto se metió en el tubo de frente, con los brazos encogidos hasta el extremo, y con cara de sufrimiento avanzó. El final del tubo parecía no llegar nunca. Se estaba asfixiando y le dolían mucho los músculos de la espalda. Cada centímetro que avanzaba derramaba una gota más de sudor.
Al fin llegó al final y, cual animal que acaba de nacer, salió del agujero y cayó al suelo.
-Quédate aquí, Wedge, de todas formas iba a pediros a alguno de vosotros que hiciera guardia aquí por si hay algún problema.
Dicho esto, Cloud se deslizó por el tubo como si de un tobogán se tratase. Biggs y Jesse le siguieron.
-Desde luego no te rindes ante nada. ¿eh? – le dijo Cloud en tono burlesco.
-¡Jaaa! Qué poco me conoces si crees que me echo atrás a la primera de cambio.
Avanzaron por el sistema de ventilación como Cloud había dicho antes. Cuando llegaron al nivel del almacén Cloud se asomó por una rendija y vio que había dos guardias despreocupados apoyados contra una caja hablando de sus cosas. Más allá alcanzó a ver a tres robots centinela en estado de hibernación. Ya tenía claro qué hacer, Cloud era rápido trazando planes.
La historia sigue interesante