Abrió los ojos. Aquella estancia le era familiar. Claro, era Vientofuerte. Se encontraba a salvo. Se incorporó de un brinco. La cabeza le daba vueltas; demasiadas como para aventurarse a ponerse de pie. Esperó un rato a que se le pasase un poco el mareo. No se oía nada. Consiguió mantenerse en pie. Se apoyó en las paredes metálicas que parecían se hielo. Sus pies descalzos sentían pinchazos al pisar las planchas de acero del suelo. Se agarró a la barandilla y bajó lentamente. Su pierna derecha no respondía demasiado bien. Respiró hondo, debía bajar y comunicar que se había despertado. «¿Por qué nadie estaba velándola?».

Mientras Tifa bajaba por las escaleras, el hombre de la silla de cuero seguía con su investigación a muchos kilómetros de Vientofuerte. Llevaba más de veinticuatro horas al ordenador, pero no descansaría hasta descurbrirlo. Se sentía mal, muy mal. Había obrado mal en el pasado, pero no era demasiado tarde. Mientras no le descubriesen debía seguir con su investigación.

Tifa se arrastró por Vientofuerte, pero no vio a nadie. Parecía no haber actividad. Se le ocurrió que podían estar en la sala de conferencias discutiendo algo en la gran mesa de madera. Se dirigió hacia allí. Cuando iba por el pasillo oyó la voz de Cloud. Su corazón se aceleró. Cloud estaba despierto.

Asomó la cabeza y vio a todo el mundo sentado mirando a Cloud. El guerrero de pelo rubio parecía estar explicando toda la historia a sus compañeros.

– … de modo que nunca llegué a ser miembro de SOLDADO. He sido el rey de mi mundo imaginario. Siento todo lo que… Tifa.
– Para mí sigues siendo el hombre más fuerte y más valiente del mundo – le dijo.

Cloud corrió a su encuentro. Se abrazaron con fuerza y Tifa lloró de alegría. «Gracias por traerme de vuelta», le susurró. Se separaron.

– Pero, ¿cómo…?
– La corriente vital. Un fenómeno extraño, ¿verdad? Puede hacerte ver y oir cosas que de otra forma sería imposible.

La muchacha no entendió del todo lo que Cloud quería decir. El ex-shinra se volvió de nuevo y habló.

– ¡Escuchad! Soy Cloud Strife. Me da igual lo que haya hecho hasta el día de hoy. A partir de ahora voy a vivir mi propia vida. Y pienso detener a Sephiroth y a ese Meteorito, porque a este planeta todavía le quedan muchos amaneceres por ver.
– ¡Así se habla, qué demonios! – Cid se levantó y sacó unas botellas de cava de un armario.
– ¡Viva nuestro líder! – gritó Yuffie.
– ¡Por la vuelta de Cloud! – dijo Barret mientras alzaba la copa que acababa de llenarle Cid.

Durante largo rato hubo abrazos y gritos. Parecía que Sephiroth ya había muerto y que el planeta se hallaba a salvo. Cloud Strife había traído la esperanza de nuevo al grupo y, por extensión, a todo el planeta. Ahora más que nunca sabía que sólo él era capaz de vencer a Sephiroth, como ya lo hiciera en el pasado. No le tenía ningún miedo. Su viaje por la corriente vital le había dejado algo más que una personalidad propia, pero esto lo descubriría en su debido momento.

El hombre del despacho oscuro apagó el puro. Al fin lo había encontrado. No había sido fácil, pero lo había conseguido una vez más. Buscó a tientas su PHS, era hora de comunicárselo a sus amigos.

El PHS sonó. La fiestá acabó de repente. Todos miraron el pequeño aparato hasta que finalmente Cloud alargó el brazo y descolgó.

– Al habla Cloud Strife.
– ¿Cloud? – dijo una voz ronca al otro lado – Vaya, no sabes lo que me alegra oir tu voz. Así que es cierto que habían encontrado tu cuerpo.
– ¿Qué demonios quieres, Sith?

Barret le hizo un gesto a Cloud para que dejase el PHS por un momento. «Sith es amigo, luego te lo explicaré», le susurró.

– Escúchame, Strife. No sé si tus compañeros te han puesto al día, pero no tengo mucho tiempo. Sólo quería deciros que Shin Ra ha encontrado una nueva Materia Enorme en el fondo del mar. La han trasladado al reactor makko submarino, el cual, asumo, ya sabes donde está. Piensan trasladarla mañana con un submarino, pero no he podido averiguar adónde se la llevan. Es vital que la recuperéis antes de que salga el submarino.

Colgó.

Cloud solicitó explicaciones y sus amigos lo pusieron al día. El principio se mostró algo incrédulo. Se hacía difícil confiar en un shinra, y más cuando ya les había traicionado en el pasado. Pero, ¿por qué hubiera arriesgado su trabajo y su propia vida por salvarlos de la ejecución en Junon? ¿Qué podía sacar un directivo de que Avalancha robase una Materia tan valiosa?

Sin darle muchas más vueltas resolvió ir tras esa Materia. Aquel Cloud cerebral que calculaba cada movimiento se había quedado en la corriente vital.

– ¡Tenemos una nueva misión! – dijo – Vayamos todos al puente de mando y pongamos rumbo a Puerto Junon.

A todos les maravillaba ver a Cloud de nuevo ejerciendo como líder. Pero, no sólo por la alegría de tenerlo de vuelta, sino porque ahora y por primera vez, los ojos de Cloud desprendían una fuerza y una emoción nunca vistas en él. Corrieron hacia el puente de mando. Cloud cogió a Barret por el hombro.

– Un momento, Barret. Quiero que sepas que voy a luchar por el planeta. Después de Sephiroth iremos a por Shin Ra y liberaremos a nuestro mundo de esa escoria que quiere acabar con su vida. Las muertes de Biggs, Wedge y Jesse no serán en vano. Avalancha cumplirá con su objetivo.
– ¡Eres un gran tipo! – le contestó Barret. A Cloud le pareció ver chiribitas en sus ojos. – Vamos, novato. No tenemos tiempo que perder.

Cloud asintió con la cabeza y siguió al enorme hombre negro.