Andaban por las callejuelas fronterizas del sector 6. A ambos lados podían verse tiendas, bares y clubs de todo tipo. Por doquier personajes extraños vagaban borrachos, drogados o algo peor. Las pocas mujeres que había en las calles no estaban por ocio sino por oficio.

Los ojos casi saltaban fuera de las órbitas de los hombres que miraban a Aerith andando por allí. Si no hubiera ido acompañada de Cloud seguramente no hubiera durado mucho su paseo.

Miraron por todas las tiendas y bares de la zona. Ni rastro de Tifa. Cuando Cloud estaba a punto de perder la paciencia Aerith le comentó algo que no había dicho antes por miedo a que se enfadara.

– Quizá… esté en El Club de la Abeja.
– ¿Qué te hace pensar eso?
– Bien… no conozco mucho a tu amiga, pero sé que no iba vestida para salir a comprar algarrobas. Y ese carro adornado de esa forma… es típico de un club como ese.

Cloud sabía que Aerith tenía razón. «Por probar…».

Bajaron por una barranquilla. Tras andar un rato por un camino de tierra llegaron al susodicho club. Allí había un gran cartel con luces rosas y lilas de neón con una abeja en una posición obscena. Había cola para entrar. Parecía ser un lugar muy popular.
Cloud se coló descaradamente de todo el mundo apartándolos como si fueran matojos. Nadie se atrevía a replicar al ver el espadón que llevaba a la espalda. Se plantó frente al portero.

– Quiero entrar.
– Me temo amigo que ahora no es posible. Todas nuestras chicas están ocupadas.
– ¿Te suena el nombre de Tifa?
– ¡Hey! Vas rápido muchacho, esa chica es de las más nuevas – se acercó a Cloud hasta hablar en un susurro – Un bombón de mujer, menudas curvas, ¿eh?
– ¿Dónde está?
– Te veo ansioso, debes estar pasando una época de sequía ja ja ja – al ver la cara de Cloud que empezaba a perder la paciencia el hombre se puso serio – lo siento, chaval, pero Tifa está en la mansión de Don Corneo. Como sabrás el Don está buscando novia y cada día le llevamos a tres de nuestras mejores chicas. Si quieres verla tendrás que apañártelas con él.

Se marcharon de aquel lugar y pusieron rumbo a la mansión del Don, que estaba en la parte más cercana a la frontera. Cuando llegaron encontraron allí a un hombre pelirrojo con una larga melena recogida en una cola de caballo. Llevaba pendientes y un traje caro. Cuando iban a entrar frenó a Cloud.

– Ejem… lo siento pero no se puede pasar. El Don está a punto de celebrar la cita con sus pretendientes así que… a no ser que seas una chica guapa no tienes nada que hacer aquí – echó un vistazo a Aerith – Tú puedes pasar si quieres princesa, estoy seguro de que el Don agradecerá tu compañía.

Cloud echó mano de su espada y Aerith le cogió el brazo para que se detuviera. Se lo llevó atrás.

– ¿Quieres armar un revuelo en la casa de Don Corneo? En menos de dos minutos tenemos a todos los mafiosos de los suburbios intentando hacer que seamos papilla.
– Los mataré a todos.
– Quédate aquí y cállate. Ahora vengo.

Aerith anduvo hacia el portero con movimientos sinuosos. Se acercó y le habló casi a la oreja.

– Oye guapo… tengo una amiga muy guapa que querría acompañarme. ¿A que tenemos reservada una cita con el Don más tarde?
– Ya lo creo muñeca, espero que sea como tú.
– No sufras – le guiñó el ojo – Voy a buscarla.

Se fue hacia Cloud.

– Vamos, tenemos que convertirte en la señorita Cloudine.